viernes, noviembre 22, 2024
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ENTRE COMILLAS- ALBERTO ABREGO

SEMÁFORO VERDE, ¿FIN DE LA PESADILLA?

Alberto Abrego

“Nos prometieron que los sueños podrían volverse realidad. Pero se les olvidó mencionar que las pesadillas también son sueños” Oscar Wilde

“Una pesadilla es algo de lo que puedes despertar, pero los pensamientos y las ideas que permanecen después de que tus terrores hayan desaparecido es algo bastante peor” John Katzenbach, La Historia del Loco

“Estamos aplanando la curva de contagios en México” Hugo López Gatell, Subsecretario de Salud, el 5 de mayo de 2020

Por fin, casi dos años más tarde se hacen realidad las palabras de nuestro Subsecretario de Salud; 22 meses y 320 mil mexicanos muertos después, los contagios por Covid-19 se han reducido y el Semáforo Epidemiológico se encuentra en color verde, lo que permite actividades normales en todas las áreas económicas, sociales, políticas, educativas y deportivas del país. Esto es, la nueva normalidad, la luz al final del túnel. ¿Fin de la pesadilla?

El descenso en los contagios y fallecimientos es lento pero constante, los datos han mejorado en las últimas semanas; hay motivos de optimismo después de más de dos años de una incertidumbre que parecía no tener fin, sin olvidar que el panorama aún es complejo. El fin de la pandemia no está a la vuelta de la esquina, nuestra naturaleza humana está destinada a convivir con los virus y será necesario aplicar al máximo nuestra capacidad de adaptación. Está aún muy lejos la normalidad como la conocíamos antes. Se ve la luz al final, pero aún nos encontramos en el túnel.

Estamos en un punto de inflexión, la pandemia nos da un respiro después de reclamar un altísimo costo demográfico, social, biológico, económico y por supuesto educativo. La aplicación de las vacunas ha ayudado a recuperar las actividades que poco a poco reactivarán nuestra economía y nuestros lazos sociales; lo que no ayuda mucho es el aumento de rostros libres de mascarillas en público y el relajamiento de medidas sanitarias. Tal parece que esta pandemia ha distorsionado nuestro sentido del tiempo y la responsabilidad; es entendible la urgencia de reabrir los negocios, de recuperar nuestra vida social, mandar a los niños a la escuela, combatir el estrés pospandémico y recuperar el tiempo perdido, pero estamos en la obligación de reevaluar lo que antes considerábamos “normal”. Con un promedio de 200 muertes diarias por Covid-19 en nuestro país, sería irresponsable olvidar que aún está muy presente un virus que postró al mundo de rodillas, que nos puso a prueba como seres pensantes y que nos exige una sociedad más humanitaria. Algo que están muy lejos de entender en Rusia.

Tendrán que pasar décadas para hacer el verdadero recuento de los daños que nos dejará esta pandemia, lo cierto es que el distanciamiento social y la nueva realidad han transformado la convivencia y la manera de socializar. Además del impacto en la salud y en las vidas, el SARS-Cov2 atacó el núcleo de la sociedad; el funcionamiento y la estructura de las familias ha cambiado y el tiempo de convivencia en casa ha aumentado, para bien o para mal.

El Covid-19 nos desnudó como seres humanos, nos demostró cuan idiota y fuerte puede ser la humanidad. La estupidez y el uso de la ciencia al mismo tiempo. Hemos construido una historia de la que no entendemos: provocamos dos guerras mundiales sanguinarias e innumerables episodios de genocidios, como en Nigeria, Ruanda, Camboya, República Dominicana, Chechenia entre muchos otros institucionalizando la maldad humana. Ya pasamos varias pandemias, como la peste negra, la viruela, la gripe española, VIH Sida, entre muchas otras. Las guerras y las pandemias acrecientan desigualdades ya existentes, exhiben las miserias e ineptitudes de muchos gobiernos y ponen en duda nuestra supremacía intelectual en el planeta.

Definitivamente el impacto del coronavirus a nivel mundial será tan fuerte que es necesario replantearnos una nueva normalidad. Quienes hemos padecido la experiencia de una fatalidad en el seno familiar y las millones de familias en el mundo que han tenido que confinarse tendremos que tomar muy en serio esta amenaza microscópica que puso en jaque a la humanidad y que aún está ahí.

No más ansiedad, desesperanza, falta de control y desilusión. Salgamos y hagamos frente a este virus maldito, con responsabilidad; proponiendo una nueva normalidad lejos de la imposición de intereses políticos por encima de la ciencia y la razón. Los retos que vienen son enormes, uno de los principales es lograr que el miedo a la muerte sea una constante. No parece aún el fin de la pesadilla.

RÁPIDAS MEXIQUENSES. Atizapán de Zaragoza, Estado de México cuenta con 150 patrullas nuevas, adquiridas por el presidente municipal Pedro Rodríguez Villegas, que darán más presencia policíaca en las calles. La medida como tal, es buena, considerando los altos índices delictivos eneste municipio, sobre todo en robo de vehículos, homicidios, narcomenudeo y robo a casa habitación, a pesar de que las autoridades no se cansan de declarar que la delincuencia ha disminuido. Ya hay más patrullas, ahora solo faltan más resultados. Recordemos que cantidad no significa calidad.

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