POR: Alfonso FAURE MEZA
Desde el año 1886, en el que Karl Benz patentó a la par de Gottlieb Daimler y Wilhelm Maybach lo que muchos consideran como los primeros automóviles de la historia, la humanidad se transformó para siempre. Y es que si bien, durante toda la historia, y desde la invención de la rueda, el ser humano ha desarrollado nuevas formas para poder trasladarse de un lugar a otro; la transformación que logró el automóvil durante el XX fue tal que muchos lo consideran como el invento que trajo la modernidad al mundo (Con su debida competencia con la comunicación satelital y el internet).
Es por esto, que diversas encuestas han señalado que el segundo bien más importante para las familias mexicanas es un coche, al estar solamente después de una casa-habitación. El que una familia cuente con un automóvil, es el acceso para una clase media robusta; sobre todo en los países de Latinoamérica que cuentan con un servicio de transporte publico deficiente tanto intra como interurbano. Ya que, al contar con un vehículo particular, las personas disfrutan de mayor independencia de su tiempo; por ejemplo, al reducir los tiempos de traslado al trabajo. Esta mayor libertad o “ganancia” al tiempo personal, se llega a traducir en un aumento en la productividad, mayor acceso a la educación y mayores ingresos.
Por esta razón, y muchas más (léase el impacto económico mundial de la refinación del petróleo y sus derivados de gasolinas en el siglo XX) el auto ha tenido tanta importancia en la historia. Sin embargo, desde que los ingenieros alemanes Benz, Daimler y Maybach hayan fabricado el primer automotor en el siglo antepasado, el concepto básico del funcionamiento y la mecánica del automóvil no ha cambiado mucho hasta los últimos diez o quince años con la introducción de sistemas de movilidad alterna, conectividad y conducción autónoma.
Platicamos en la semana pasada de la importancia que han tenido los chips y de cómo estos nano-pedazos de silicio han tenido a la industria parada porque los carros cada vez más están tecnificados con electrónica y sistemas de conectividad para mejorar el manejo y la seguridad de los consumidores. No obstante, la transformación digital y eléctrica en los automóviles apenas ha comenzado con los primeros pasos en la conducción autónoma y el cambio paulatino a una movilidad eléctrica y más sustentable.
Estos cambios en el consumo también han surtido efecto a nivel corporativo con los principales grupos automotrices. Por un lado, están los Toyota, GM (perdón, “gm” porque ya cambió su logo) o Volkswagen manteniendo un sistema de producción y los estándares en la industria que, si bien han recibido mejoras y cambios, se ha mantenido con relativa estabilidad desde 1970’s con la introducción del Sistema de Producción Toyota. Por otro lado, está Elon Musk y Tesla que han llegado a transformar la industria por completo, con modos y formas poco ortodoxas; reinventando las formas de introducir los nuevos modelos al mercado, estableciendo objetivos bastante agresivos y hasta metiéndose con nuevas tendencias de internet al comprar $1,500 millones de Bitcoin como su nueva forma de inversión.
Con respecto a las tendencias actuales, el lunes 29 de marzo Volkswagen “filtró” un comunicado de prensa incompleto en donde se mencionaba que la marca cambiaría de nombre para su filial de América del Norte para ser llamada “Voltswagen” – Volts como un guiño a la electricidad y el futuro sin emisiones de la compañía. El día siguiente confirmo el supuesto comunicado al hacer el cambio de nombre de manera “oficial” para sus slogans publicitarios y las placas de los nuevos modelos eléctricos y así promover sus nuevos vehículos eléctricos. Finalmente, el jueves 1 de abril (April’s fool o el día de los inocentes gringo) desdijo su anuncio y comentaron que el anuncio habría sido parte un truco como parte de una broma del “April’s fool” y que la compañía, ni ninguna de sus filiales, cambiaría de nombre…. La VW seguirá siendo el auto del pueblo.
No cabe duda de que todo este relajo de VW fue una idea mal ejecutada, o una mala broma, de querer imitar a Musk y convertirse en una marca más cool y atractiva para los millenials y los GenZ; pero que sin duda vemos que cada vez más las marcas tradicionales están cambiando sus formas para poder adaptarse en esta nueva era de la industria automotriz: más electrificada, conectada y ecológica.