POR Leo ESPINOZA
Durante los últimos años se escucha mucho en el ámbito público y privado sobre los espacios inclusivos y que estos tienen como fin ser accesibles para toda persona teniendo en cuenta, por supuesto a las minorías sociales entre ellas la comunidad LGBTTTI, ejemplos sobran como ubers para gays y lesbianas, destinos turísticos, instituciones como ministerios públicos especializados, la zona rosa de la CDMX, bares, restaurantes tiendas y demás, pero ¿Cuándo la delgada línea de lo inclusivo y lo exclusivo se vuelve difusa?.
Para muchas personas incluso la diversidad sexual contar con ciertos espacios o servicios es una manera de ser incluyentes con quien vive y ama diferente, pero cuando las leyes no están armonizadas con los pocos progresos que podemos ver por algo de dinero rosa, entonces se vuelven exclusivos, si exclusivos para quien puede pagar o acceder a estos oasis de respeto.
Y sucede en todos los sectores sociales que históricamente han sido segregados como por ejemplo en EUA, nación que abolió la esclavitud y el racismo a la raza de color y sí, hoy en día se puede presumir que ya hay un ex presidente afroamericano o personas en el mundo de la música y la tv de color, pero que en los hechos la población negra en el país vecino tiene condiciones de vida por debajo de la gente blanca, pues no por unos privilegiados podemos decir que la comunidad diversa esté libre de crimines de odio y de discriminación, la tendencia política social nos vislumbra un futuro en nuestro país, en el que muy pronto México cuente con matrimonio igualitario y se reconozca la ley de identidad de género así como la prohibición de las mal llamadas terapias de conversión.
No serán pocas las ciudades y empresas que verán con buenos ojos apostar al mercado rosa, y asi quien tenga la economía y sea heteronormado o heteronormada podrá disfrutar de los espacios inclusivos o exclusivos que nuestra nación pueda ofrecer, pero seguirán quedando al margen aquellas personas que no cuentan con el apoyo de sus familias, que son acosadas en su trabajo, que no pudieron estudiar, que viven en contextos y lugares machistas, o quien su identidad o expresión de genero resulten molestos para los ojos conservadores.
Para ellas y ellos los históricamente rezagados podrán estar afuera de una zona inclusiva o exclusiva pero tendrán y vivirán la misma mirada mezquina e indiferencia de la gente tal como pasa con las personas indigentes, huérfanos, pobres y más sectores que hoy en día son transparentes para la sociedad.
Es por ello que se debe poner atención a que la agenda LGBTTTI es más que letras plasmadas en una ley, que si no se trabaja en cómo se educa y que valores como el respeto a lo diferente no se inculcan desde las infancias, podrá haber mucha ley y espacios seguros el monstruo de la discriminación permanecerá y difícilmente desaparecerá.
¡Nos leemos la próxima semana querido lector un abrazo!
Leo Espinoza, abogado, activista, conductor, político y orgullosamente gay.