Por: Ariel Pérez
La pérdida de bosques y selvas debido al impacto de actividades humanas o causas naturales, lo que conocemos como deforestación, está poniendo en situación de emergencia a muchos ecosistemas en todo el planeta. Esto debería importarnos porque significa al menos tres cosas graves: mayor contaminación, mayor desigualdad social y menos biodiversidad.
México ocupa uno de los primeros lugares en tasas de deforestación en el mundo. No hay una estimación exacta, pero se calcula que las tasas de deforestación a nivel nacional podrían ser de hasta 1.98 millones de hectáreas por año. De acuerdo con el informe “Estimación de la tasa de deforestación bruta en México para el pedido 2001-2018 mediante el método de muestreo” de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), para 2018 se estimaba una tasa anual de deforestación de 166 mil 337 hectáreas. Esto representa más del doble que 17 años atrás, cuando se estimaba una tasa total de 79 mil 677 hectáreas deforestadas. El año de mayor deforestación en México fue 2016 con una tasa de 350 mil 298 hectáreas deforestadas.
De acuerdo con el mismo reporte, el análisis de las parcelas de deforestación indica que la Península de Yucatán y los estados de Chiapas, Michoacán y Jalisco tienen las zonas críticas o hotspots más importantes en materia de deforestación. Además, otras regiones como la zona limítrofe sur entre Oaxaca y Veracruz, Guerrero y el norte de Veracruz y San Luis Potosí, también presentaron una dinámica importante de deforestación bruta entre 2001 y 2018.
Destaca que la Península de Yucatán enfrenta hoy la amenaza enorme de la industria porcícola que actúa ilegalmente bajo el cobijo del gobierno local. De acuerdo con datos recopilados por Greenpeace para el informe “La carne que consume al planeta”, de las 257 granjas porcícolas con registro en alguna base de datos oficial en la Península de Yucatán, 122 (47%) están establecidas en regiones consideradas sitios de atención prioritaria para la conservación de la biodiversidad.
Definitivamente la actividad humana, es una de las principales causas de la deforestación. El incremento de la frontera agrícola y ganadera; la tala ilegal junto y los incendios forestales; la expansión de áreas urbanas e industriales; las plagas y enfermedades de los árboles.
Algunas causas indirectas de la deforestación son la demográfica en lugares donde existen áreas forestales y son pobladas por grupos migrantes; bajos costos de la tierra, mano de obra, combustible o madera; incremento en el precio de los cultivos; políticas que promueven la deforestación; falta de planeación integral sobre el manejo del territorio que conlleva subsidios gubernamentales para el desarrollo de actividades pecuarias, frutícolas o energéticas en áreas con vocación forestal; incremento en la tecnología agrícola que fomenta la rentabilidad en la agricultura y puede llevar al crecimiento de esta actividad; y falta de interés público por la conservación forestal. Esto de acuerdo con datos de la Conafor.
La deforestación conlleva una drástica disminución en el suministro de agua a escala local y nacional y rompe el equilibrio climático a nivel regional e incluso planetario, lo cual incrementa la amenaza que representa el cambio climático global.
Los bosques juegan un papel crucial en la regulación del clima, debido a la capacidad que tienen para absorber y fijar el CO2 y ofrecer servicios ambientales -los cuales son procesos mediante los cuales los ecosistemas, de manera natural o por medio de su manejo sustentable, mantienen y satisfacen la existencia humana- tales como la formación del suelo, purificación del aire y el agua, regulación del clima y del ciclo hidrológico, la captura de carbono, la biodiversidad, alimento, entre otros.
También profundiza la pobreza, de acuerdo con un reporte del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados, las áreas forestales están habitadas en la actualidad por 11.04 millones de personas, quienes a su vez padecen los mayores niveles de rezago, lo que muestra el uso desigual de los recursos naturales y obstaculiza que las comunidades se organicen mejor para la protección de los bosques.
Finalmente, la preservación de los bosques son claves para acabar la desigualdad social. Un porcentaje de viviendas particulares habitadas sin drenaje es casi cuatro veces mayor en las áreas forestales que en todo el país. Algo similar se observa respecto a la disponibilidad de agua entubada, en donde el porcentaje nacional es de 11% de viviendas sin este servicio y de 30% en las áreas forestales. A pesar de que en México sólo 19% de las viviendas particulares habitadas están en un área forestal, es ahí donde habita el 45% de las personas analfabetas de 15 años y más, 68% de las viviendas sin drenaje, 67% de las viviendas sin energía eléctrica y otras características similares.
Existen 15,584 núcleos agrarios, con superficies mayores a 200 ha de extensión, quienes tienen la propiedad de 62.6 millones de ha de bosques, selvas y vegetación forestal de zonas áridas, lo que equivale al 45% de la superficie forestal del país.