LA EDUCACIÓN: LA MAYOR SIMULACIÓN DE MÉXICO
Por Isidro O´Shea
@isidroshea
Ayer se conmemoró el Día Internacional de la Educación, y entre tantos días de tantas cosas que se celebran o conmemoran, considero que es sumamente evidente que éste debería ser una de las conmemoraciones más significativas; pues así como la familia es el núcleo de la sociedad, la educación es el principio y núcleo del comportamiento del hombre como individuo.
Me remonto a febrero del 2020, y como puedo remontarme a éste, puedo hacerlo también al 2019, 2018, 2017, 2016…No es un tema nuevo ni producto de las consecuencias sociales del COVID19.
Ya era un tema desde hace muchos años; incluso, algunos podrían advertir que de toda la vida, sin embargo, se equivocan, pues en algún momento de nuestra historia la educación en México, independientemente de comparaciones, subió como la espuma y ahí están los resultados, reflejados en instituciones fuertes que llevan décadas de vida: la SEP; la UNAM; el Conservatorio de México; el IPN; los canales 11 y 22, o bien, eso que cualquier niño mexicano común algún día tuvo entre las manos, los libros de texto gratuito (Incluyendo el Atlas de México que no cabía en ninguna mochila; el de español de primero de primaria donde luce una vaquita de perfil; o también el de Historia de 4to año, que nos acercó por primera vez a uno de los 3 grandes muralistas de México, José Clemente Orozco, con su obra del cura Hidalgo entre llamas de fuego).
Sin embargo y aunque nos duela, hoy esos logros solo deben ser recuerdo. La educación en México está por los suelos, independientemente de quién o quiénes nos gobiernen. Ha sido un tema que ha rebasado a todos los partidos políticos. Tanto de gobiernos federales como de los gobiernos de las entidades.
El derecho a la educación en México se ha quedado en frase hecha, se ha limitado a ser aquello a lo que tenemos derecho todos los mexicanos según el artículo tercero de nuestra Constitución, pero no va más allá de eso.
Y es que en definitiva la educación en México debe revivir, o bien debe transformarse al punto de que podamos hablar de una metamorfosis.
No se trata de aquello que en muchos otros países hoy se discute: no va solamente de transitar de una educación analógica a una de recursos tecnológicos, más propia de los tiempos actuales. El tema es mucho más preocupante: se trata de que nuestros niños comprendan lo que leen y que sepan hacer las operaciones básicas (sumas, restas, divisiones y multiplicaciones); simplemente y por lo menos, para el momento en que reciban un salario y puedan tener la certidumbre de que han recibido lo que se han ganado.
En la última prueba PISA (dadas las circunstancias de la pandemia) realizada en el 2018 México se encontraba en los últimos lugares de cada disciplina: lectura, matemáticas y ciencia. Por ello es aquí donde hay mayor cabida a la preocupación e incertidumbre, mismas que nos llevan a preguntarnos ¿Si ya estábamos mal antes de la pandemia, ahora en qué condiciones estarán nuestros niños de México?
Y así, al igual que los gobiernos anteriores tendrán que responder al respecto, el gobierno actual tendrá que rendir cuentas sobre aquello que ha dejado de hacer en beneficio de la educación del país, en beneficio del México del futuro, pero también del presente.
Es ahora cuando recuerdo a Maruan Soto quien, no en vano, ha mencionado que las palabras en México son tan intercambiables que parece que carecen de significado. Y ello es tan evidente, como hoy lo es este texto que habla de educación elemental, cuando prácticamente parece que en este país ha dejado de existir.
Que levante la mano, aquel o aquella que esté dispuesta a responder ¿Nadie?
Me lo imaginaba; pero no, no doy tema por visto; pongámonos a leer con y por nuestros niños.
Por si las moscas: una de muchos culpables no puede ser gobernadora.
