miércoles, enero 8, 2025
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La (i) lógica de la 4T

POR Isidro O’SHEA

En cualquier sistema democrático, los ciudadanos tienen la libertad de expresar sus opiniones y manifestarse a favor o en contra de candidatos; figuras políticas; gobernantes; y partidos políticos.

 

Hay a quien le gusta usar su libertad de manera responsable, con argumentos sólidos. Pero también hay aquellos que prefieren mostrar su incapacidad de análisis y crítica constructiva, al mismo tiempo que demuestran su fanatismo.

 

Hablar de libertades implica hablar de responsabilidades. Se trata simplemente de tener responsabilidad cívica y hasta con uno mismo, y para ello se necesita ser congruente.

 

Como ciudadanos, nuestro nivel de responsabilidad es similar, pues nuestras palabras pesan o deberían pesar lo mismo. Por ello, puede no ser tanta la obligación de ser imparcial o coherente. Sin embargo, eso depende de la responsabilidad de cada uno hacia si mismo, pues existimos quienes hasta en pláticas de café, creemos en la responsabilidad de mantener una sana discusión. Incluso, es posible hablar de dos enfoques en las teorías de opinión pública; el primero se basa en aquellos que ven al debate y a la discusión como un ejercicio donde necesariamente se gana o se pierde; y el segundo en aquellos que ven al debate y al diálogo como una manera de aprender y crecer.

 

Sin embargo, la responsabilidad es distinta, cuando una persona tiene un cargo público y usa recursos públicos para hacer declaraciones arbitrarias y satanizar a quienes no piensan como él. Por ello son poco éticas las declaraciones de los porristas oficiales como Gibrán Reyes o Estefanía Veloz; quienes, sin ningún tipo de mérito, más allá de la ciega lealtad, obtienen más de un millón de pesos anuales por hablar bien de la 4T en un canal de televisión pública.

 

Creo, desde una perspectiva más personal, que esos millones de pesos, no son a cambio de declaraciones y porras; lo que ellos han vendido, a su muy temprana edad, es sin duda, su dignidad, y al ser su dignidad lo que han vendido, la han vendido muy barata, o bien, ellos saben, que apenas eso valen.

 

Retomando la (i)lógica de la 4T, me quiero centrar en distintas declaraciones de actores de esta, que han evidenciado su nivel de ignorancia mezclado con arrogancia. Bien dicen que los tontos con iniciativa son muy peligrosos.

 

El coordinador de MORENA en la Cámara de Diputados, Ignacio Mier, en días pasados afirmó que el objetivo de la 4T en las próximas elecciones debe ser “vencer al neoliberalismo conservador”. Vaya pues con su estructura teórica ¿Alguien entiende qué quiere decir con neoliberalismo conservador? ¿Qué corriente ideológica a nivel mundial es esta? ¿Qué libros de teoría política ha leído el señor?

 

Lo que ha dicho Mier, es como decir, subir para abajo. Tampoco está tan mal si comprendemos, que efectivamente, estábamos mejor cuando estábamos peor. El intento del diputado de poner etiquetas ideológicas no es más que el reflejo de un gobierno y un partido que no tienen ni ideología ni proyecto. No estaría mal prestarle un par de textos básicos al diputado, porque lo más parecido al “conservadurismo neoliberal”, en todo caso sería MORENA, partido que no se atreve a legislar sobre cuestiones contemporáneas como el derecho a la interrupción del embarazo.

 

Pero peor es el caso del viejo – joven (ya que estamos en esas) de Antonio Attolini, quien también ha vendido su dignidad a muy bajo costo. En diversos espacios y hasta en Twitter se autodenomina Socialdemócrata, hecho que por si mismo, va en contra de lo que es la 4T.

 

A Attolini quien pasó de noche en el ITAM, hay que recordarle que la ideología socialdemócrata, si bien tiene como objetivos la justicia social, el combate a la desigualdad y el estado de bienestar, ésta se mueve dentro de los parámetros del liberalismo, y especialmente del capitalismo, a lo cual, la 4T tanto se opone. Es una enoooorme contradicción definirse socialdemócrata y a la vez ser miembro de la 4T. A Attolini le deberíamos también de recordar que en las socialdemocracias los derechos existen, no se adquieren.

 

Si los morenistas creen en la socialdemocracia, deberán entender que tienen que alejarse de los extremos; tendrían que adoptar aquello definido como Tercera Vía; sin embargo, es de esta, de la cual más alejados están.

 

Por otra parte, la senadora Citlalli Hernández mediante un tuit, hizo un llamado a ignorar a la oposición, para no dar elementos de crítica, y a ello le sumó la idea de elevar el nivel de debate y argumentos. Quizá necesitemos decirle a la senadora, que si va a ignorar a quien no piensa como ella, realmente no hay debate. Que no tiene necesidad de elevar la calidad de sus argumentos, pues, al final será, como todo en este gobierno: un monólogo. Pero bueno, ya lo dijo ella: lo de la 4T es ignorar; que luego no se victimicen, si les dicen sus verdades, si les dicen que ignoran más de lo que saben.

 

Por último, el doctor Gatell, el más irresponsable, pues sus contradicciones son respecto a la forma de enfrentar la crisis sanitaria; a él ni cómo defenderlo de sus constantes irresponsabilidades y cantinfladas; dicen que un buen alumno supera al maestro; Gatell va que vuela.

 

Gatell dijo que su brillante método centinela ya no era lo más preciso en cierta cantidad de casos; claro, cuando las multiplicaciones se le salieron de las manos.  Después, nos dijo que su semáforo era exitosísimo, que incluso ya lo estaban copiando en otros países; poco le faltaba patentarlo, cuando de repente un día, sin la valentía de decir las cosas por su nombre, prefirió afirmar que el color del semáforo era intranscendente.

 

La última, la peor: irse de vacaciones, y no solamente irse de vacaciones en el momento más complicado de la pandemia, sino la forma irresponsable en la cual lo hizo, sin las medidas mínimas de precaución. Y es que si bien, el señor Gatell tiene derecho a descansar, también tiene la responsabilidad de coadyuvar a esta crisis sanitaria como cualquier otro ciudadano que ha entendido que si no hay necesidad de salir de casa no hay que salir; que ha entendido el uso de cubrebocas, sobre todo en espacios públicos pequeños. Pero bueno ¿Qué le vamos a decir? Si hasta en el avión optó por quitarse el cubrebocas.

 

Es claro que ni como ciudadano común ni como funcionario público, es empático con los otros, es evidente su egoísmo e irresponsabilidad cívica, ciudadana y política.

 

En fin, estas líneas fueron escritas mientras a la 4T se le seguía haciendo engrudo nuestro país…sálvese quien pueda.

 

 

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