POR Alfonso FAURE
Alguna vez escuché la frase que dice que “Los seres humanos tendemos a sobre estimar el potencial de la tecnología en el corto plazo pero que lo subestimaos en el largo plazo”. Este es un paradigma que me parece fascinante y al mismo tiempo un poco confuso ya que si bien, vemos que día a día la tecnología avanza a pasos agigantados, también es intrigante que no sepamos hasta donde llegará y cuáles serían los avances de esta tecnología. Tenemos, por ejemplo, el tema de la ingeniería genética y la biotecnología; que cuando empezó creímos que sería la panacea para todas las enfermedades, pero que hasta ahora no lo ha sido. Aunque, por un lado, estos avances nos han permitido llevar una molécula de ARN mensajero a las células para producir anticuerpos contra un virus de SARSCoV2; como también está el debate de que en el futuro estas mismas líneas de la ciencia, puedan alterar los genes de los fetos para prevenir enfermedades o alterar sus características físicas.
Una situación similar está pasando con las criptomonedas y su mayor representante el Bitcoin. Concebida en 2008 por una entidad desconocida bajo el nombre de Satoshi Nakamoto, que creó un programa de código abierto para “minar” y utilizar monedas digital completamente descentralizadas y verificadas por el mismo sistema. En su momento, nadie creyó que una moneda digital, sin el respaldo de un gobierno o banco central, pudiera despegar y adquirir valor en el mercado, y que ni mucho menos se volviera un método de pagos utilizable y práctico. Después, el mundo volteó a ver al Bitcoin como la solución a las problemas financieros mundiales al funcionar fuera del sistema; por lo que tuvo un despegue enorme hasta llegar a valer $20,000 USD por unidad. Sin embargo, el valor de la criptomoneda se desplomó y el mundo creyó que esto era un síntoma de que el Bitcoin se trataba de una burbuja o boom digital sin el poder real de una moneda “tradicional”.
De repente llegó el año 2020 a cambiarlo todo. El mundo se confinó, el precio del petróleo se colapsó y la sociedad descubrió que los modelos y las formas tradicionales de vida, debían de cambiar y rápido; y que debíamos adaptarnos a esta nueva normalidad. Sin embargo, esta famosa “nueva realidad” venía existiendo desde un par de años atrás pero que los últimos 12 meses ayudar a explotarla.
Uno de los agentes del cambio se llama Elon Musk que, por medio de sus diferentes empresas, ha sido capaz de modificar la forma en que el mundo se mueve; en especial con Tesla y SpaceX. Cuando Tesla salió al mercado, recuerdo que había muchos escépticos (incluso yo) de la aceptación de los autos eléctricos en el mercado; y que la sociedad pudiera comenzar a adoptar este tipo movilidad viniendo de una marca completamente nueva y “sin experiencia”. Comenzó Tesla con sus operaciones, vendiendo, además, cargadores para las casas e instalando cargadores ultrarrápidos a lo largo de las principales autopistas de Estados Unidos. Ahora tenemos hasta taxis Tesla y existen países como Noruega en donde se venden más coches eléctricos que de combustión interna; permitiendo una adaptación más expedita gracias a las regulaciones y apoyos gubernamentales, así como el cambio de paradigma de la sociedad. Por lo tanto, las “marcas tradicionales” ahora se suman a la apuesta por la movilidad sustentable y así, la década comienza con una serie de cambios en el mercado automotriz y en el transporte para los próximas años.
Retomando a las criptomonedas, Tesla anunció que durante enero compró Bitcoins por un valor de $1,500 millones de dólares lo que provocó que la divisa digital aumentará su valor por más de $40,000 USD por cada Bitcoin. Además, Musk anunció que próximamente podrán aceptar Bitcoins como medio de pago para comprar un Tesla… Imagínese que alguien compró un Bitcoin en el 2016 cuando valía $600USD, pronto podrá comprar el Tesla Model3 más económico de $37,990 con su celular y un “mensaje de bits” con la tesorería de la agencia Tesla.
Esto es el principio de un revolución, Tesla ya es la empresa automotriz más valiosa, en términos de valor de valor de capital, y llegó para consagrarse como una de las marcas más grandes del planeta. Ahora, las criptomonedas están en boca de todos y podrían volverse el dinero del futuro con la capacidad de qué con un pequeño mensaje, el mesero en un restaurante reciba su propina directamente.
Definitivamente grandes cambios se aproximan, y el uso de estas avanzadas innovaciones estarán por verse. Entre tanto, si alguien tiene Bitcoins y quieran apoyar al escritor de esta columna, les paso mi Wallet para transferencias.