POR Isidro O’SHEA
Es sumamente común que cuando hablamos de la gestión de un gobierno nos refiramos, casi exclusivamente, al titular de estos, es decir, a los presidentes, gobernadores o presidentes municipales. Si bien es cierto, que al final de cuentas todo lo que hacen sus administraciones recae en primera y última instancia en su responsabilidad, también es verdad que éstos no actúan solos, tienen un conjunto de asesores y/o subordinados, que también toman decisiones, y que muchas veces, son grandes culpables de lo que sucede.
Así pues, cuando hablamos de lo inútil o eficaz que es un gobernante, en realidad estamos omitiendo gran cantidad de factores, y en este caso, omitimos la o las responsabilidades de su equipo de trabajo, pues como digo en el título: ningún gobernante se hace o actúa solo.
Sin embargo, es lamentable también, que existan gobernantes que se esfuercen tanto en hacer parecer que efectivamente están actuando solos, sin tomar la consideración de su equipo de trabajo; y perdón por aquellos y aquellas de la piel delgada, pero es justamente lo que hoy día nos hace pensar Andrés Manuel López Obrador, quien no escatima energías al momento en el cual su única escapatoria es contradecir a su equipo de trabajo; así ha sucedido con Sánchez Cordero, Arturo Herrera y el mismo López Gatell.
El no escuchar y el únicamente querer hacer, pero sobre todo deshacer, ha provocado grandes renuncias dentro del gobierno de López Obrador apenas a dos años de haber asumido el poder; es el gobierno con más renuncias de funcionarios de primer nivel en el México contemporáneo. Tarde o temprano, y a dos años, podemos decir que todas las renuncias han sido temprano, sus allegados de gabinete se han cansado de no ser escuchados y han preferido no ser cómplices de la 4T, o de la deconstrucción de México.
Y es que estamos muy lejos, pero muy lejos de creer, que en los gobiernos anteriores todo se hizo bien, pero ¿qué tan mal, debe estar este gobierno, para que, hasta los más cercanos, prefieran renunciar a seguir simulando gobernar?
Entre los principales personajes de la 4T que han renunciado, haciendo evidente, ya sea al momento de la renuncia o a posteriori, sus desacuerdo con la forma de gobernar del gobierno morenista destacan: Carlos Urzúa, ex secretario de Hacienda quien declaró que se estaban tomando decisiones de políticas públicas sin suficiente sustento; Clara Torres, ex responsable de las estancias infantiles, luego del recorte que éstas sufrieron; Tonatiuh Guillén ex titular del Instituto Nacional de Migración, luego de la crisis en la frontera sur; Germán Martínez, ex Director general del IMSS, quien aseguró que se estaban poniendo en riesgo los objetivos del instituto, incluso antes de la crisis sanitaria actual; Mara Gómez, ex titular de la comisión de víctimas, quien meses antes había sido designada por un periodo de 5 años, pero que prefirió renunciar tras el recorte del 75% del presupuesto a dicha institución; Asa Cristina Laurell ex secretaria de Salud, mujer destacada en la materia, quien afirmó no estar nada de acuerdo con las políticas ejercidas en dicha dependencia; Jiménez Espriú, quien al parecer ya había superado lo más complicado – la justificación del aeropuerto de Santa Lucía – al afirmar diferencias con el presidente; y por último, el más reciente, Alfonso Romo, quien era el vínculo con la comunidad empresarial, pero ya no tuvo pretextos para continuar respaldando al presidente y sus castigos a la inversión privada extranjera. Todos los anteriores, solo por mencionar algunos, pues claro está que han sido muchísimos más, incluyendo muchos otros subsecretarios o directores generales.
De esta manera, si bien es cierto que los gobernantes no actúan solos y suelen depender de un conjunto de actores en una primera y hasta segunda o tercer círculo de influencia, parece que, con AMLO, es más fácil y legítimo imaginar a un presidente obsesionado con el poder, donde solo sus chicharrones truenan. Hasta aquellas y aquellos que parecían cegados por la demagogia de AMLO en campaña y en sus primeros meses de gobierno han decidido renunciar.
Y es que si bien, este tipo de renuncias no son un fenómeno exclusivo de la 4T ni de tipo paranormal, sí es de impresionar la cantidad de renuncias de este tipo que le han hecho al hoy presidente. Las más similares de gobiernos recientes, que ahora me vienen a la mente, son las de Jorge Castañeda a Vicente Fox por sus desacuerdos en materia de política exterior, o bien la de Josefina Vázquez Mota al expresidente Felipe Calderón, cuando la primera no soportó la presión de la maestra Elba Esther.
Dicho ello, y aunque al final, de manera legal la responsabilidad recaiga en los gobernantes, y la pluralidad de opiniones y perspectivas fortalezcan gabinetes, no es posible sacar un gobierno a flote cuando los intereses o los objetivos son sumamente antagónicos, al punto de no ser en ningún momento coincidentes.
Es casi imposible imaginar a un gobernante que actúe de manera aislada. No podemos pensar en un gobernante cercano, si tiene un secretario particular que evade a la gente; en un gobernante humano, que tenga un secretario de gobernación que humille y grite a sus subalternos, o bien en un gobernante estadista, si cada que le conviene contradice a su equipo de trabajo.
Sin embargo, aunque parezca poco realista, hay muchas señales de que Andrés Manuel actúa y decide en solitario, y apenas llevamos dos años de su gestión, aún nos faltan 4 ¿Será posible que alguno de los que llegó con él, se vaya junto con él (en el 2024) o simplemente nadie lo aguantará?
De remate: mucho criticaron la llegada de Videgaray a la SRE en el gobierno pasado y poco hablan de Clouthier, especialista en letras como secretaria de economía.
Ya que están de moda los hoyos de golf, mientras unos ya van en el hoyo tres rumbo a las elecciones del próximo año, otros no se han dado cuenta de que estamos a mediados de diciembre y ni al campo han llegado; dicen aspirar a presidencias municipales, pero si siguen así, se quedarán suspirando.