viernes, noviembre 22, 2024
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Populismo y arrogancia desde Palacio Nacional

POR José MANZUR

Por mandato constitucional, cada primero de septiembre el Presidente de la República está obligado a informar a la ciudadanía y al Congreso de la Unión, el trabajo y logros alcanzados durante dicho año de gestión. Este 2020 no será la excepción, a diferencia de que hoy más que nunca, las cifras muestran un claro vacío de poder e ingobernabilidad.

En días previos se han dado a conocer diversos spots con motivo del segundo informe, en los cuales se muestra a un presidente sonriente y despreocupado, como si deberas México marchara bien. Spots que encajan a la perfección con lo que diversos teóricos políticos definen como populismo.

Según el académico Cass Mudde, el populismo es una ideología que busca separar a la sociedad en dos grupos homogéneos y antagónicos entre sí. Es decir, por un lado se encuentra el pueblo bueno, sabio y puro en contra de su enemigo común, una élite que carece de moralidad, miente y es corrupta: conservadores o mafia del poder.

En materia de seguridad, nuestro presidente afirma que poco a poco ha venido pacificando al país, que su estrategia ha sido trabajar de día y noche para así garantizar la seguridad de su pueblo. Pero la realidad se muestra distinta.

Con un promedio de 99 asesinatos diarios en México, de los cuales una décima parte son feminicidios, nuestro país se clasifica como el más inseguro de todos los que conforman a la OCDE. Además, delitos como el secuestro, la extorsión, robo y asalto a mano armada se encuentran en sus niveles históricos más altos. Sucesos que evidencían por qué el 73% de los mexicanos tienen miedo a vivir en este país, según cifras de la encuesta nacional de seguridad pública urbana.

En materia de empleo, nuestro presidente se muestra satisfecho, argumentando que las cuatro obras emblemáticas de su sexenio: Tren Maya, Refinería de Dos Bocas, Istmo de Tehuantepec y el aeropuerto Felipe Ángeles generarán al rededor de 150 mil empleos este año. Pero la realidad se muestra distinta.

Según la encuesta telefónica de empleo y ocupación elaborada por el INEGI, durante la actual contingencia se han perdido al rededor de 12 millones de empleos entre formales (4 millones) e informales (8 millones), lo cual pone en evidencia la incapacidad de generar y proteger las condiciones laborales en beneficio de muchos mexicanos en el desamparo.

En materia de combate a la pobreza, nuestro presidente afirma en su spot que tiene la conciencia tranquila y la dicha enorme de estar ayudando a la gente humilde, a la que define como desposeídos. Afirma también que en su sexenio no se apoyará a banqueros o empresarios, afirmación que nos queda clara gracias a sus precarias cifras en materia de empleo.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), organismo encargado de medir la pobreza en México, estima que el número de personas en peligro de volverse pobres por su ingreso percibido, oscila entre nueve y diez millones de mexicanos. Además, se encuentran al borde de la pobreza extrema otros cinco millones de personas. Por lo que en este año, podríamos tener un total de 15 millones de mexicanos más en condiciones de pobreza.

En materia de salud y economía, el presidente dice con marcada arrogancia que no es por presumir, pero que en el peor momento, México cuenta con el mejor gobierno. Haciendo alusión a las dos crisis que han venido destapar la ineptitud y baja capacidad de un gabinete que llegó para aprender.

Hoy nuestro país enfrenta el peor momento económico de su historia, con pronósticos que lejos de ser esperanzadores, son todo lo contrario. Asimismo, hemos alcanzado y superado por mucho, lo que a principios de la pandemia pronosticaron como el peor escenario posible (60 mil muertes), hecho que nos pone en el bando de los países que peor han manejado la crisis.

Sin duda el combate a la corrupción es la principal bandera, y lo que le da oxígeno a este gobierno, lo hemos visto numerosas veces, casi cada que cae la aprobación presidencial. Esperemos se den cuenta que la ley no se consulta, sino se ejecuta tal como lo dicta nuestra constitución.

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