Alberto Abrego
“No me agradan ciertos policías, los corruptos, los violentos”
William Bratton, ex Comisionado de Policía de la Ciudad de Nueva York. Ex Comisionado del Departamento de Policía de Boston y ex Jefe del Departamento de Policía de Los Ángeles.
“Ni modo, los vamos a matar”
Policías resguardando el palacio de Gobierno de Jalisco ante una manifestación de protesta por la muerte de Giovanni López a manos de elementos policíacos.
El sábado 27 de marzo de este año se difundió un video en el que Victoria Esperanza Salazar, salvadoreña de 36 años, que vivía en México como refugiada, murió asesinada por policías en Tulum, Quintana Roo, quienes la sometieron y le fracturaron la columna vertebral. En el video se observa a Victoria boca abajo, esposada y con la rodilla de una robusta policía en su cuello. Cuando los policías se percataron que ya no se movía, la subieron en la parte posterior de una camioneta y se la llevaron. La necropsia determinó que había “una fractura en la parte superior de la columna vertebral producida por la ruptura de la primera y segunda vértebra, lo que provocó la pérdida de la vida de la víctima”.
En la comunidad de Vicente Camalote, municipio de Acatlán, Oaxaca, policías municipales dispararon desde su patrulla a varios adolescentes que viajaban en motonetas. Las balas impactaron a Alexander “Chandler” Martínez Gómez, a quien confundieron con un delincuente. Según testimonios, al verlo herido, los patrulleros decidieron pasarle la patrulla encima. Las autoridades dijeron que investigarían el caso, pero que los oficiales habían actuado “sin mala fe”. Esto ocurrió el 9 de junio de 2020.
El 5 de junio, una joven de 16 años identificada como Melanie, fue pateada en el cuerpo y la cabeza por policías capitalinos durante una serie de protestas que se llevaban a cabo en la embajada de Estados Unidos. Los policías están sujetos a proceso, ella tuvo suerte, sigue viva.
El 4 de mayo de 2020, Alejandro Giovanni López Ramírez, de oficio albañil fue arrestado por policías porque no usaba cubrebocas. Según el parte oficial, se opuso al arresto y agredió a los policías, por lo que “fue necesario el uso de la fuerza”. Al día siguiente murió a causa de los golpes que le dieron los policías municipales de Ixtlahuacán de los Membrillos, Jalisco.
En Tijuana, el pasado 20 de marzo de 2020, un policía fue captado mientras sometía a un hombre con el pie en su cuello. El detenido respondía al nombre de Óliver Pérez. Falleció.
No son hechos aislados, es ya una costumbre peligrosa. En las redes sociales se pueden comprobar casos en Yucatán, Guerrero, Veracruz, Puebla, Estado de México, Tamaulipas y en prácticamente todo el territorio nacional. Los sucesos mencionados son solo algunos, que por casualidad han sido documentados con videos, lo que demuestra que el abuso policial está “institucionalizado” y que la discriminación es un cáncer totalmente vigente.
En México se le teme al ladrón y al policía por igual. Ser detenido e interrogado por la policía por cualquier motivo es una experiencia intimidante para la mayoría de las personas. El uso excesivo y generalmente impune de la fuerza policial reduce la credibilidad de las prácticas policiales y definitivamente altera las normas de convivencia y los niveles de violencia social. Y esto no es nuevo, la brutalidad policíaca tiene un crecimiento proporcional al grado de descomposición de la sociedad; la violencia llega ahora por todos los frentes, ya no solamente somos víctimas de la delincuencia, sino también de quienes deberían protegernos. Es una práctica que se ha alimentado durante décadas; hoy sabemos de estos sucesos gracias a cámaras “oportunas” y a las redes sociales, donde los hechos se vuelven mediáticos y a la autoridad no le queda otra que actuar, pero ¿cuántas Victorias?, ¿cuántos Alexánders?, ¿cuántos Giovannis están padeciendo hoy en día el peso de una rodilla policial en el cuello, sin una cámara de celular de un ciudadano cerca que le de una mediana esperanza de justicia?
La solución al abuso policial no es militarizar, hacer leyes más estrictas o vigilar más de cerca a los elementos policíacos, sino la construcción de cuerpos de seguridad ciudadana cuyo objetivo sea la prevención y no la represión; la preparación a conciencia de cada elemento que quiera portar un uniforme policial, con fundamentos familiares, armado de valores; desde ahí el proceso de reclutamiento y selección a través de exámenes de control de confianza, psicológicos, socioeconómicos y por supuesto una instrucción policial completa que incluya ética, derechos humanos y cultura general. Es indispensable utilizar el poder transformador de la educación, porque a través de la educación podremos tener resultados a mediano y largo plazo.
Por supuesto que para ello se requiere mayor presupuesto, lamentablemente el tema no es prioridad en un contexto de pandemia, inseguridad social, diatribas políticas y campañas deprimentes. Mientras tanto, cada vez que se exhiba un nuevo caso de brutalidad policíaca, nos seguiremos preguntando: ¿Quién nos protege?
RÁPIDAS MEXIQUENSES: ¡Otra vez en Ecatepec! Elementos de Seguridad Pública y de Protección Civil, Bomberos de Ecatepec y la FGR encontraron maquinaria de perforación de ductos en predios de la colonia Ejidos de Santa María Tulpetlac. Se trata de dos predios de 7 mil y 5 mil metros cuadrados, donde aseguraron más de 250 bidones y contenedores metálicos de hasta mil litros de capacidad para almacenar combustible. Las instalaciones y la maquinaria sugieren una gran organización, logística, estructura laboral, y sobre todo años de funcionamiento. El lugar se localiza tan solo a 1.5 kilómetros del área municipal de Ecatepec. Inexplicablemente durante años pasaron inadvertidos para las autoridades dos predios de tal superficie, descubierto por casualidad, debido a una fuga que propició un fuerte olor a combustible que puso en peligro la población de varias colonias. Hasta el momento no hay mayor información al respecto, pues el inicio de las campañas cubren todas las portadas y agendas gubernamentales.