Por: Sergio Macedo
Existen infinidad de trabajos y oficios considerados de alto riesgo, pero pasar hasta 8 horas diarias colgado a poco más de 100 metros de altura, enganchado únicamente de una cuerda de apenas 11 milímetros de grosor para limpiar vidrios o realizar diversas reparaciones en edificios de hasta 40 pisos, es una labor que pocos se atreven a ejecutar. Sin duda en esta actividad las normas de seguridad deben seguirse al pie de la letra, no omitir algún protocolo, pues la vida de estas intrépidas personas depende de su habilidad para manejar cuerdas y controlar su miedo.
Joaquín Cruz Mendoza es originario del estado de Oaxaca, desde hace poco más de 26 años se dedica a la limpieza de vidrios, aunque también sabe de albañilería, plomería, pintura, sellar grietas, oficios que aprendió de su padre hace ya varias décadas atrás. La peculiaridad de su trabajo diario es que lo realiza a no menos de 10 metros de altura, atado a una cuerda que soporta hasta 2500 kilos.
Jabón, cepillo, jalador, mosquetones, casco, trapos, arnés para trabajos en alturas, descensores, cuerdas semi estáticas y sistemas anti caídas, son las herramientas indispensables para dejar como nuevos los vidrios templados de varios edificios de las ciudades de México, Puebla y Toluca.
Además de la maestría para limpiar vidrios o hacer reparaciones de otros tipos, Joaquín se ha convertido en un experto en nudos y anclajes -habilidades que serían la envidia de muchos escaladores o espeleólogos-, además de un promotor de la seguridad y prevención de accidentes en el trabajo -cómo no serlo, si antes de cada jornada debe revisar tres o hasta cuatro veces su equipo de protección personal-. En esta actividad no hay cabida para los errores, un nudo mal hecho, un anclaje equivocado, equipo obsoleto, deteriorado puede causar la muerte de Joaquín o de su hijo, que desde hace más de cinco años forma parte de la empresa familiar, quien a pesar de su corta edad ya se ha suspendido a más de 50 metros de altura.
El originario del suroeste mexicano relata que nunca se imaginó que algún día realizaría estas maniobras. A su llegada a la capital del país acompañaba a su padre a varias construcciones de edificios, ahí veía como sus compañeros de manera improvisada elaboraban un arnés para suspenderse y pintar las paredes, “me llamaba la atención como se colgaban de una cuerda, luego entré como ayudante, me encargaba de preparar el equipo, pero nada más, un día faltó un trabajador, me mandaron llamar y me dijeron “vas”, sin dudar dije que sí, desde entonces me dedico a trabajar en las alturas”.
En su trayectoria, el avecindado en el municipio de Nezahualcóyotl ha trabajado en varios edificios famosos del centro del país, pero el que más recuerda es La Torre Palmas ubicado en la Ciudad de México, el cual mide 146.5 metros de alto y tiene 40 pisos.
En más de dos décadas y media de dedicarse a los trabajos en alturas, Joaquín asegura que nunca ha sufrido un accidente, pues siempre repasa mentalmente que es lo que debe hacer, cómo colocarse el equipo, luego verifica varias veces el lugar de donde se anclará, realiza los nudos una y otra vez. Dice que nunca minimiza el riesgo, se toma el tiempo necesario para ponerse el casco, checa que el sistema de carga funcione adecuadamente, realizada esa inspección es momento de comenzar con la labor tan cotidiana para él y su familia, “estoy tan acostumbrado a las alturas que ya no me da miedo, es como caminar”.
Sabe que su trabajo no es común, requiere mucha concentración y paciencia, sobre todo seguir al pie de la letra los protocolos de seguridad, “hay que cuidar la vida, veo muchos albañiles que suben a andamios a pintar una pared y no usan equipo de seguridad, creen que no pasa nada, los accidentes ocurren por descuidos, nunca hay que bajar la guardia ni distraerse, más si estás a más de 10 metros del piso
A pesar de lo impresionante y arriesgado que es su trabajo, Joaquín afirma que estar colgado de una cuerda es muy seguro, siempre y cuando se haga con responsabilidad, portando el equipo especial en buenas condiciones. Finalmente, Cruz Mendoza expresa con orgullo que este trabajo le permite ganar lo suficiente para mantener a la familia y lo mejor de todo es que disfruta de paisajes citadinos que no cualquiera puede ver.