Inicio Opinión Trípode

Trípode

0

Eduardo H. Limón Cervantes

  • * Me torturan con sus quejas

 

a de quejas estamos hartos. La mentalidad ingenua de los mexicanos: es que el culpable de todo es el gobierno, personificado en Peña Nieto (antes era Calderón), y por tanto, es el gobierno quien debe solucionar el problema de la inseguridad. Como consecuencia, a los ciudadanos pareciera que sólo nos corresponde quejarnos. Pero quizá las cosas no cambian en México porque nosotros mismos no cambiamos.

A estas alturas y ante el inmenso problema de inseguridad y violencia que vive el país, las protestas callejeras e íntimas tienen un aporte marginalmente muy pequeño (esto sin descontar los costos económicos), nos distrae del correcto diagnóstico y -más importante- nos nubla de pensar en las soluciones más eficaces. Porque es fácil criticar pero no tenemos ni idea de lo que realmente sucede.

Lo anterior viene a colación ya que la semana pasada la opinión pública mexicana atestiguaba el contenido de un video de apenas cuatro minutos, en que una cabo y una agente de la Policía Federal torturaban a una mujer para sacarle información. Además de apuntarle en el cráneo con un fusil, ambas le cubrían la cabeza con una bolsa, asfixiándola durante unos segundos; luego la amenazaban con darle toques, descargas eléctricas, o con echarle agua en una franela con que le habían cubierto la cara antes de la bolsa, y así provocarle sensación de asfixia.

    Ante esto, el secretario de Defensa, los responsables federales de policía y Derechos Humanos ofrecieron disculpas por el video. Renato Sales y Roberto Campa, se disculparon en nombre del gobierno por los actos de tortura cometidos. Pero como en mi columna la opinión y responsabilidad es totalmente mía, yo hubiera condecorado con honores a los uniformados.

    Porque resulta que las víctimas que denuncian la tortura normalmente son acusados de secuestro, narcotráfico trata, y homicidio. Las blancas palomitas a veces tienen en su haber más de 30 ejecuciones, y si a eso le sumamos las muertes por consumo de drogas a causa de su trabajo. ¡Estamos jodidos si salimos en su defensa!

    No estoy de acuerdo con actos de tortura; ¿pero de qué manera los delincuentes pueden confesar sus delitos o decir dónde tienen a sus víctimas? Quienes no hayan estado en un operativo contra el crimen organizado no tienen idea de cómo son estas «pobres víctimas», no tienen idea que tras un rifle, granada de fragmentación o grupo criminal, son los más sanguinarios, pero cuando son detenidos son las víctimas más inocentes del mundo, porque la sociedad hipócrita se horroriza con los jalones de cabello y la bolsa en la cabeza a la delincuente, pero no se acuerda de las ejecuciones del crimen organizado que degolla y desmembra a sus víctimas e incluso los comenta y reenvía. Es más que claro que la tortura no es el camino, pero cómo se debe de tratar a un delincuente que ha matado, torturado y ejecutado a decenas de víctimas. Muchos, sobre todo aquellos defensores de las causas perdidas dirán que se les debe pedir todo por favor.

Qué lamentable que de todo nos quejamos…

    Y como decía mi compadre Chón: «Recuerde compadre que uno siempre queda como el cohetero: que si queda bien le chiflan, y si queda mal, le chiflan».

E-mail: limon@8columnas.com
Twitter: @edulimon76

SIN COMENTARIOS

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Salir de la versión móvil