Coacalco, Méx.- La discriminación sexual es una de las más extendidas y frecuentes en el mundo. Históricamente, las mujeres, quienes ocupan más de la mitad de la población mundial, han sido discriminadas y violentadas por razón de su sexo. Una de las formas más sutiles de transmitir esta discriminación es a través de la lengua, ya que ésta no es más que el reflejo de los valores de pensamiento de la sociedad.
Nada de lo que decimos en cada momento de nuestra vida es neutro: todas las palabras tiene una lectura de género. En idiomas como el español, el género gramatical tiene por forma no marcada el masculino de los sustantivos y adjetivos, de forma que el género masculino es incluyente frente al femenino que pasa a ser excluyente.
El uso del lenguaje incluyente es muy importante para avanzar hacia la igualdad de género. Debe utilizarse en todos los documentos escritos que se producen en las instituciones públicas, así como en aquellos textos que se utilicen en productos comunicativos, impresos o electrónicos, para televisión y radio, que sirvan para hacer difusión.
La utilización no sexista del lenguaje se presenta como una oportunidad excepcional para hacer tangibles las relaciones igualitarias entre la ciudadanía y la administración pública, asimismo para reducir espacios de desigualdad. El lenguaje sexista se refiere a los rasgos relacionados con los prejuicios culturales, frecuentemente asociados al machismo, a la misandria o desprecio real o aparente de los valores femeninos o masculinos.
En tal sentido, corresponde a la administración pública, en el marco de la puesta en marcha de las políticas de igualdad de oportunidades, implementar y operar diferentes estrategias de trato igualitario entre mujeres y hombres. Mujeres y hombres deben nombrarse cuando se hace referencia a situaciones de las que ambos son parte.
No requiere de un gran esfuerzo agregar o modificar lo que decimos o escribimos, o bien, usar palabras que realmente incluyan a ambos sexos sin necesidad de recurrir a términos que nos remiten a sólo lo masculino. Se tiende a confundir el género masculino con la totalidad de las personas para darle un valor universal, para evitarlo se recomienda utilizar sustantivos colectivos, si no se conoce el sexo de la persona a quien se hace referencia utilizar los pronombres relativos quien o quienes, utilizar los artículos el, las, las, los para incluir a ambos géneros sin repetir el sustantivo, entre otras.