domingo, noviembre 24, 2024
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Analizan especialistas el impacto cultural que ha tenido el movimiento #Metoo en México

Entre las actividades del día 97 del programa #CulturaEnUnClick, se llevó a cabo la charla “A un año del #MeToo en México”, la cual tuvo como objetivo analizar el impacto del movimiento que irrumpió en el ámbito cultural y periodístico, para denunciar posibles casos de acoso y abuso sexual.

El conversatorio transmitido por Facebook, se realizó en el marco del Word Fest 3.0, festival de literatura digital que nació en 2018 con el propósito de incorporar las redes sociales como un canal más de salida de la agenda cultural y que a partir de este año se incluyó un conversatorio mensual para reflexionar cerca de lo que son las redes sociales en especial el servicio de Twitter.

Participaron como invitadas especiales Yaiza Santos, periodista editora española, residente en México desde 2006 y quien ha estudiado el movimiento #MeToo, y Gabriela Warkentin, periodista, articulista, conferencista y locutora del noticiario “Así las Cosas”, en W Radio.

En su oportunidad, Yaiza Santos destacó la movilización #MeToo en el ámbito periodístico y explicó tres consecuencias que trajo consigo, el anonimato, la demolición de presunción de inocencia y los casos reales que no fueron atendidos.

“El anonimato, algunas denuncias se hicieron con nombre, pero la mayoría eran anónimas y por el lado del periodismo cuando tienes una fuente anónima, se tiene que verificar los hechos, reputaciones arruinadas, fuera verdad o mentira, gente que perdió contratos, trabajo y que no le permitieron defenderse en un debido proceso y queda la “mancha”.

“La demolición de la presunción de inocencia, que es uno de los pilares del derecho y de la democracia y en un país donde hay tantos inocentes en la cárcel y el sistema penal es defectuoso, el problema está en el sistema penal y la mezcla de acusaciones que metían en el mismo saco a un violador, a un agresor físico, que a un señor que había invitado a cenar y que había hecho una propuesta sexual y como consecuencia fueron los casos verdaderamente reales, que quedaron sin ser atendidos”, expresó.

Por su parte, Warkentin argumentó que #MeToo no es un movimiento sino más bien una ola de manifestaciones y que antes ya había existido el hashtag #MiPrimerAcoso, donde también se denunciaba la violencia contra las mujeres y que también fue tendencia en redes.

“#MeToo no es un movimiento como tal, es una ola de protesta y de manifestación, no hay agenda o línea programática a diferencia de otros movimientos que tienen objetivos específicos, es una etiqueta para una protesta, antes estuvo #MiPrimerAcoso, donde lo sorprendente fue la cantidad de testimonios.

“El problema está en procesar lo que se dice y las consecuencias de lo que se dice, quien no permite al otro el derecho de réplica y tener conocimiento de lo que pasó, es un analfabetismo digital que se asustan ante la etiqueta y no creo en el señalamiento en la plaza pública”, afirmó.

Warkentin detalló que entre los beneficios de #MeToo en México fue que se pudo quitar un velo a las cosas de las que no se podían hablar al tiempo que permitió mostrar cosas que no son ni deben se normalizadas.

“Las olas de manifestación vienen de tiempo atrás y tiene que ver con una invisibilización de la violencia contra las mujeres, tampoco pretendía modificar el sistema de justicia, porque no es un movimiento organizado y permitió hablar de cosas, que no se hablaban, cosas que no tendríamos que normalizar, comportamientos que no tendríamos que aceptar como la relación de hombres y mujeres, es visibilizar una violencia que si se establece en una gran parte de las relaciones de género en el mundo”, agregó.

Ante los diversos puntos de vista, se concluyó que estas acciones de levantar la voz contribuyen a visibilizar una parte importante de un comportamiento que se había naturalizado, que se sigan haciendo las denuncias preferiblemente con nombre y que el sistema de impartición de justicia en México es deficiente.

“El poder visibilizar, aunque sea a través del grito, la protesta en la calle o el anonimato, permite poner el dedo en la llaga, y el simple hecho de nombrar ya empieza a dar realidad a las cosas, entiendo que el grito y el dolor puede ser injusto, pero estoy dispuesta a correr el riego de un grito injusto a un silencio que acabe con la posibilidad de que las personas tengan los mismos derechos ante la ley”, enfatizó Warkentin.

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