POR Alfonso FAURE MEZA
Hace poco más de un año, venía con mi familia por la Autopista del Sol en dirección a las bellas playas de Acapulco; cuando mi papá y yo platicábamos acerca del calor, el comportamiento del automóvil en la carretera y de las bondades del aire acondicionado. Y en ese momento, fue cuando él me comenzó a platicar como eran los viajes en carretera y, sobre todo, hacia Acapulco cuando él era niño. Empezó por relatar que antes de la década de los 90’s no existía la autopista de cuota por lo que el viaje de Toluca a Acapulco tomaba casi el doble de tiempo. Los coches normalmente se calentaban a mitad de camino ya que no incorporaban el fluido anticongelante en el radiador y el enfriamiento era ineficiente. Y por supuesto, tampoco tenían aire acondicionado por dentro, por lo que tu única forma de refrescarte del clima costero y húmedo de Guerrero era abriendo las ventanas a costa de perder tu peinado de copete.
Ahora, los automóviles vienen con una cantidad interminable de bondades y comodidades que hacen el viaje cada vez más amano; y el vehículo ahora no solo es un medio de transporte, sino que se vuelve una extensión de nosotros; y mejor aún, son más fáciles de usar acorde a los tiempos modernos con pantallas y electrónica por todos lados. Desde motores y autos más seguros y confiables, sistemas de enfriamiento y masaje en los asientos, hasta sistemas de navegación y conducción autónoma (que es más una realidad que un concepto futuro).
La publicidad en el mundo del automóvil se centra cada vez más a estas amenidades y el equipo de serie, más que las capacidades propias del motor o de la trasmisión. Claro que son importantes estás sensaciones y prestaciones, pero cada vez más escucho a mis contemporáneos hablar y buscar un auto con mejor rendimiento de combustible, una bonita pantalla con cámara de reversa y servicios de entretenimiento; más que un motor potente y rápido.
Para mí que soy un fanático de la tecnología y los gadgets futurísticos que puedan venir en los carros me encanta que los autos cada vez sean más electrónicos y tecnificados. Sin embargo, hablando con mi papá, también me di cuenta que hemos perdido algunas de las “viejas costumbres” del conductor que involucraba conocer algo de mecánica, planear un viaje con las herramientas necesarias para los infortunios del viaje y sus climas; y llegar a sorprenderse de las cosas que ahora son “normales” como poder disfrutar del aire frío al manejar por las playas mexicanas.