POR Norberto HERNÁNDEZ
El Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) tiene dos fortalezas únicas, indiscutibles, sorprendentes e históricas. La primera de ellas es que no se ha terminado de consolidar como un partido político como tal, lo que se traduce en un punto favorable para sus simpatizantes ante el descrédito creciente de los partidos políticos nacionales. Lo que pudiera considerarse como una debilidad es en realidad una fortaleza.
La otra condición de éxito es que ha permanecido como un movimiento social y político-electoral. Desde su fundación, el 9 de julio de 2014, conserva esa condición; lo que marca una diferencia con el foxismo y el peñismo de las elecciones presidenciales de 2000 y 2012. Estas dos expresiones emergentes en el ámbito electoral se perdieron tan pronto pasó el proceso de la competencia presidencial. Incluso, sus costos políticos fueron de inmediato y las críticas los terminaron por debilitar en el corto plazo.
El líder moral del movimiento es el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). En el proceso electoral de 2018 ganaron más allá de lo esperado y la expectativa indica que su fuerza social se mantiene para lograr la mayoría en la Cámara de Diputados en las elecciones de 2021. Las acusaciones de corrupción han sido letales para los partidos políticos de oposición a MORENA. Si bien los militantes y cuadros destacados del partido morenista gastan demasiado talento en pelearse, esto no parece disminuir su fuerza electoral. Los indicadores que permiten inferir tendencias muestran un escenario de victoria para AMLO y su proyecto de la 4T.
No se explica cómo un partido fragmentando a su interior y confrontado por tradición de la izquierda mexicana registre altos porcentajes de victoria en las elecciones de 2021. Es probable que en las elecciones de octubre de este año (2020) en Hidalgo y Coahuila obtengan buenos resultados, a pesar que ambas entidades son bastiones políticos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) de siempre. En menor medida, el Partido Acción Nacional (PAN) ha participado con éxito en elecciones pasadas, incluso compitió fuertemente en la elección de gobernador anterior en Coahuila y en las elecciones municipales de zonas urbanas en Hidalgo. Lamentablemente, los liderazgos de ambos partidos están o aparecen vinculados en los escándalos de corrupción dados a conocer por la Unidad de Inteligencia Financiera o la Fiscalía General de la República; incluso, por jueces de los Estados Unidos.
Por extraño que parezca, los problemas internos permanentes en MORENA son contrarrestados por la fortaleza del movimiento morenista, que encabeza y alimenta el presidente López Obrador. La receta es simple y ha resultado contundente. Solo hay que dar a conocer la corrupción en actos de gobierno de administraciones federales pasadas y los medios de comunicación y las redes sociales se encargan de lo demás.
En las últimas semanas de agosto, la nota han sido los sobornos entregados por la empresa ODEBRECH a legisladores federales para la aprobación de la reforma energética. Según lo declarado por Emilio Lozoya, suman 164 millones de pesos de “moches” entregados a legisladores panistas para sacar adelante la citada reforma. Experto en el manejo de la comunicación política como lo es, AMLO se concentra en administrar los tiempos y los escándalos para llegar fuerte a las elecciones de 2021.
Una desventaja más para el PRI y el PAN es la imposibilidad de medir y conocer los alcances de las preferencias electorales de MORENA. Aun cuando hacen encuestas de todo tipo no tienen precisión en sus indicadores, hacen más escándalo de los resultados que diseño de estrategias reales para contrarrestar el alto nivel de aceptación del movimiento social morenista. En municipios o zonas populares es prácticamente imposible que ambos partidos de oposición logren avances distintos a las elecciones de 2018. Más cuando el PAN nunca ha logrado constituirse como opción en las preferencias electorales de zonas populares. En tanto el PRI continúa resintiendo el costo político de la corrupción del sexenio pasado. Aun cuando parece que el más señalado por los sobornos de ODEBRECHT es el PAN, el que más se debilita electoralmente es el PRI.
En el ámbito de lo local, en el estado de México el éxito de la oposición depende más de los errores de gobierno de los presidentes municipales antes que de sus avances, visión política o estrategias electorales. Gobernar desgasta y esa parece ser la única apuesta del PAN y el PRI para lograr más puestos de elección popular en el 2021. El escenario nacional de desgaste por los escándalos de corrupción hace que una alianza legal o de facto entre panistas y priistas sea un error de fondo para sus aspiraciones electorales, a pesar de que algunos dirigentes lo vean como una ventaja. Ambos partidos de oposición saben que hacia el proceso electoral 2021, la MORENA quiere más.