POR Isidro O`SHEA
En días recientes, una de las estrategas y consultoras políticas de mayor prestigio en el país, Gisela Rubach, dijo que las elecciones del próximo año se resolverán a partir de las coyunturas locales. A lo dicho por la también académica, doy RT, o bien, para los baby boomers, suscribo.
Lo primero que me hace pensar ello, no es precisamente lo que está sucediendo o suceda en los escenarios locales, sino todo lo contrario, la continua y larga narrativa nacional que llevamos viviendo desde las elecciones donde resultó victorioso el actual presidente.
Ganó López Obrador y ganó bien, a partir de ahí su discurso no ha cambiado, desde julio a diciembre del 2018, tiempo de la transición, el actual presidente no arriesgó.
Una vez asumido el poder, ha sucedido mucho, o, mejor dicho, muchísimo: tormentas, ciclones, dragones, sin exagerar, como diría Joan Sebastian. Sin embargo, ha sido nulo o por lo menos exageradamente vago lo que podemos encontrar de creación de programas sociales y políticas públicas, todo se ha reducido a desmantelar las instituciones políticas imperfectas que por lustros se llevaban construyendo.
Aun así, se debe reconocer que AMLO no ha perdido grandes niveles de respaldo, no, en comparación a como a partir de sus acciones se esperaría, sin embargo, claro que sus niveles tanto de aprobación como de intención de voto hacia su partido han disminuido, pero sobre todo, considero, la credibilidad hacia él como político y gobernante.
Aunado a lo anterior, desde marzo, hemos vivido una etapa que podría ser lo más parecido a una campaña electoral sin serlo precisamente. Si bien es durante las campañas cuando los ciudadanos están mas atentos al actuar político, el COVID ha obligado de una u otra forma a estar al pendiente de lo que sucede, simple y sencillamente por ser una cuestión extraordinaria que ha alterado nuestra vida diaria.
A pesar de ello, el discurso gubernamental ha continuado lleno de frases simples y retóricas que únicamente llaman a la división. Peor aun, la oposición prácticamente muda, no parece tener capacidad de estructurar una narrativa antagónica a la del gobierno.
Dicho ello, queda claro que a nivel nacional no hay mucho por discutir, parece que las piezas del ajedrez nadie las quiere mover, o no por lo menos, desde el ámbito institucional de los partidos. Solo se ven líderes de diferentes colores, pero actuando como náufragos o nadando como los salmones a contracorriente, en un diminuto mar, llamado Twitter, donde la mayoría de los mexicanos no los ven.
En contraparte, en los escenarios locales, hay muchos elementos que podemos mencionar que indiscutiblemente serán piezas del discurso político, tanto de partidos gobernantes como de opositores.
En Puebla uno de los gobernadores peor evaluados, aliado del presidente y hoy distanciado del mismo. En Baja California, otro aliado del presidente ahora alejado, que hasta crítico de éste ha resultado después de no ver respaldo desde la Suprema Corte para ampliar su mandato. En Jalisco, un gobernador activo, al igual que en Querétaro, que han preferido enfrentarse al gobierno, antes de abrazar todas las culpas. En Guanajuato, meses de una desmesurada inseguridad, que ha convertido a uno de los estados más seguros en uno de los más violentos. Nuevo León con la peculiaridad, de que el gobierno actual no es institucionalmente de ningún color, mientras las más grandes batallas las enfrentan dentro de los partidos por ver quienes serán sus candidatos, augurando, casi todos, una ventana de oportunidad.
Por otra parte, si nos enfocamos en los partidos, también encontramos elementos de interés. Habrá que ver, cómo se comporta a quien hoy dan por muerto, el PRD, pero que por años ha manejado las grande estructuras del importante estado de Michoacán. Parecida es la situación del Revolucionario Institucional, a quien por undécima vez dan por muerto, olvidándoseles, las grandes estructuras que el partido maneja, y la experiencia de aquellos que han crecido haciendo política. Extraordinaria es también la decisión que supuestamente ha tomado el Partido Verde en entidades como la nuestra, donde dicen irán solos en todos los cargos por competir.
Con todas estas singularidades, producto de los tiempos convulsos que se viven a nivel federal, se jugarán el mayor número de cargos públicos en la historia nacional, y parece ser que efectivamente, el factor diferenciador serán las coyunturas locales, tras un discurso que no cambia en lo federal, dejando ya de sorprender a quienes en el 2021 iremos ir a votar.
Será pues, a partir de lo más próximo, que el elector decida a quién le da el beneficio de su voto.