POR Isidro O’SHEA
A un año de la pandemia en el país, parece que todo va mejor, que por fin empezaremos a ver la luz al final del túnel; pero también, probablemente, las luces que nos traen optimismo sean luces artificiales, pues si bien, hoy no hay estados en rojo, y los contagios y las muertes se han desacelerado, no podemos ignorar ciertos factores artificiales que han coadyuvado a lo anterior.
Y es que, si bien es cierto que los contagios y las muertes han disminuido, también es cierto que en nuestro país muchas cosas fundamentales se han mantenido paralizadas ya por un año, para no ir más lejos la educación: mientras gran cantidad de países han podido desde hace meses lograr que niños y jóvenes regresen de manera paulatina a las clases, eso aquí en México resulta ilusorio y me atrevo a decir que será difícil recuperar el nivel -el cual ya era pésimo – de educación del país.
Por otro lado, no podemos olvidar que esta disminución de casos se debe también al efecto social y artificial derivado de las reuniones sociales y la irresponsabilidad de las fiestas decembrinas, es decir, enero y la mitad de febrero fueron meses sumamente complicados, porque fueron meses en los cuales se vieron los efectos de la propagación del virus durante dichas celebraciones.
Por otra parte, no podemos dejar de lado el hecho, el dramático hecho, de que en México no se haya tomado una estrategia del gobierno federal de manera seria, incluso no hablemos ya de estrategia, sino de simplemente haber dado un poco de certidumbre a la ciudadanía, por lo menos en algo, y aunque hubiese sido un día. En todo este periodo hemos vivido con incertidumbre porque siempre se ha escondido información, se ha mentido, y en el mejor de los casos se ha dado información a medias o a posteriori.
Lo anterior es tan fácil de comprobar que solo hace falta recordar algunas de las declaraciones del presidente; podríamos hacer un filme de 120 minutos, lleno de aclaraciones y contra aclaraciones. Basta con ver el desastre con base en el pronóstico del “epidemiólogo” López Gatell, quien afirmó que en el escenario más catastrófico el país perdería 60 mil vidas, hoy llevamos el triple de muertes OFICIALES por COVID (más de 180 mil) y seguimos contando.
Pongo en mayúsculas OFICIALES pues evidentemente la cifra es mayor; de todos aquellos no diagnosticados, o bien de aquellos que murieron en casa y cuyos familiares prefirieron ya irse por el camino menos burocrático y no decir nada, más otros muchos “soldados desconocidos” que por diferentes razones podríamos acumular. De lo anterior, el mismo López Gatell y su método centinela nos respaldan.
Hoy tampoco podemos dejar de lado que somos de los países en Latinoamérica con menores tasas de vacunación, y con peor estrategia para ello. El ejemplo: aún no se termina de vacunar al personal médico, cuando ya se está vacunando a personas de la tercera edad de comunidades lejanas… a esto se le llama, ni más ni menos: hambre electoral.
Incluso hay que añadir, por ejemplo, que la vacuna de Astra – Zeneca que se ha puesto aquí a adultos mayores; en gran cantidad de países europeos (por lo menos 7) no se les pone a mayores de 60 años, por haber muestras claras de que, en estos pacientes, dicha vacuna no es altamente efectiva. Pero sin adentrarnos tanto, basta ver el porcentaje de mexicanos vacunados: no llegamos ni al 2%.
Hoy día no dudo de que en algún momento la vacunación en México se vuelva una realidad, lo que me preocupa es que se juegue con ella de manera política y electoral. Parece que se han hecho pasar por tontos, cuando en realidad puede ser que solo hayan sido perversos; y es que hay datos que hacen sumamente evidente la pésima gestión de la crisis sanitaria.
Por ejemplo: en enero, el académico Mariano Sánchez Talanquer evidenciaba con datos oficiales de la secretaría de salud federal, que era el IMSS la institución pública en México con mayor letalidad por COVID19, y ello con una gran diferencia: mientras las instituciones de salud estatales promediaban un 30% de letalidad de los pacientes COVID, el IMSS rebasaba el 50%.
En fin, qué bueno que parece que lo peor lo hemos pasado, pero es sumamente importante seguir siendo conscientes y responsables ante este terrible virus, como también será importante no olvidar el escenario vivido, en el momento en el cual tomemos nuestras decisiones.
¡Que viva México y vivan los mexicanos!