Por: Leo Espinoza
El oficio más viejo del mundo omnipresente y perpetuo desde el origen mismo de la humanidad fue y sigue siendo objeto de análisis, no solo por las causas que lo origina sino lo que provoca en la sociedad.
A lo largo de las civilizaciones quienes se dedican al trabajo sexual son por un lado, fuente de inspiración de aquellos amores prohibidos y deseados que quedan inmortalizadas en obras artísticas, pero por otra parte quienes reprimen su misma sexualidad y la de otros ven una afrenta a la moral y las buenas costumbres el tener relaciones sexuales consensuadas por algún beneficio económico.
El motivo de la conmemoración ocurrió en una lejana Francia cuna de muchas revoluciones en las que 100 trabajadoras sexuales ocuparon la Iglesia de Saint-Nizier de Lyon, con el fin de llamar la atención a su situación que era insostenible, pues aparte del acoso social y policiaco se sumaron dos homicidios de dos mujeres. Desde entonces se recuerda este hecho a partir de 1976.
Actualmente las condiciones en las que laboran las personas que se dedican al trabajo sexual no han cambiado mucho, pues en vez de centrarse prevenir y castigar la violencia y el crimen, las autoridades se centran en prohibir criminalizar, hostigar y discriminar a quien ejerce esta labor.
En México hay ciertos avances de protección para las y los trabajadores sexuales, uno de ellos es el castigar la trata de personas que son aquellas que en condiciones de esclavitud someten a otras para que realicen actos sexuales no consentidos coaccionados por violencia o amenazas, en el mismo rubro pero sin tal grado de violencia existe el delito de lenocinio en el que quien delinque funge como intermediario entre cliente y trabajador a cambio de cuotas económicas.
Muchas son las voces que les molesta el trabajo sexual y todo lo que conlleva, para quienes ejercen esta labor también ya comenzaron a impulsar una agenda concreta en la cada vez se hacen más visibles y palpables las necesidades y condiciones de exclusión social con las que viven.
Con todo esto es momento de reflexionar, si en el discurso político y social hoy esta actividad se le quito la carga del prejuicio de prostitución y ahora denominarlo trabajo sexual, luego entonces ¿no es necesario que se incluya en la Ley Federal del Trabajo?, ¿no es susceptible de impuestos?, ¿no debería de ser considerada como trabajo de riesgo? y de ser afirmativas todos estos cuestionamientos ¿el Estado y la sociedad no deberían tener una mayor participación para erradicar la discriminación a este sector?, como siempre se le invita a usted a la reflexión consiente y a seguir estudiando más sobre el tema que seguro dará más de que hablar.
¡Nos leemos la próxima semana querido lector un abrazo!
Leo Espinoza, abogado, activista, conductor, político y orgullosamente gay.