En 1946, Estados Unidos se convirtió en el primer país en probar una bomba atómica en los mares. En las siguientes décadas, se llevaron a cabo más de 250 pruebas adicionales del mismo tipo. La mayoría de ellos (193) fueron conducidas por Francia en la Polinesia Francesa, y por Estados Unidos (42), principalmente en las Islas Marshall y el Pacífico Central.
Gran ejemplo sobre un desastre nuclear de este tipo, fue cuando Fukushima lanzó al Pacífico una cantidad sin precedentes de radiación. Y se utilizaron casi 1,2 millones de litros de agua para enfriar los reactores destruidos tras el terremoto del 11 de marzo de 2011 y ese liquido radiactivo fue lanzado al océano.
Los niveles de radiación en estas costas eran millones de veces más altos que lo permitido (100 becquerel) y hoy en día se pueden detectar sustancias radiactivas en las costas de Japón y otras partes del Pacífico. Incluso se ha medido en la costa oeste de Estados Unidos, donde hablamos de cantidades «muy por debajo de los niveles nocivos establecidos por la Organización Mundial de la Salud», según Vincent Rossi, oceanógrafo del Instituto de Oceanografía del Mediterráneo (MIO) de Francia.
Pero eso no significa que no haya riesgo, dice Horst Hamm, de la Nuclear Free Future Foundation. «Un solo becquerel que ingresa a nuestro cuerpo es suficiente para dañar una célula que eventualmente se convertirá en una célula cancerosa», puntualiza.
Y ese riesgo está en crecimiento, ya que la contaminación radioctiva en el océano ha aumentado en todo el mundo desde hace décadas y ahora con las presentes guerras, poderes políticos están poniendo en marcha diversos programas para aumentar su capacidad de armamento en cuanto a eficacia de combate y mortalidad que pueda generar el arma fabricada previa a demasiadas pruebas tanto en suelo como en agua y hasta en aire.
Si tan solo en 1946 a 1993, se generaron más de 200.000 toneladas de desechos; algunos de ellos altamente radiactivos, y arrojados a los océanos del mundo. Varios submarinos nucleares, incluida la munición nuclear, también fueron hundidos durante este tiempo. En la actualidad Nuclear Free Future Foundation, estima que dichos experimentos de han más que triplicado solo en este ámbito, bajo el lema “fuera de la vista, fuera de la mente”.
Las consecuencias a pronto plazo son claras, la radiación será absorbida por los animales marinos que la rodean y eventualmente terminarán atrapados en las redes de pesca y aparecerán en un bonito plato en nuestras mesas.