Redacción
La Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) ha declarado la Fase I de contingencia ambiental en el Valle de México, prolongando una alerta que ya ha superado las 77 horas, la más extensa de los últimos cinco años. En la estación de monitoreo de Atizapán, Estado de México, se registraron niveles de ozono por encima de los límites permitidos desde el pasado lunes. La mala calidad del aire, impulsada por altas temperaturas y falta de viento, ha obligado a implementar esta medida en ocho ocasiones en lo que va del año, duplicando las alertas de 2023 y acercándose al récord de 12 registradas en 1993.
Expertos atribuyen el problema de fondo a las emisiones de contaminantes, señalando que las restricciones actuales para vehículos y la industria no son suficientes. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación del aire causa entre 8,000 y 14,000 muertes prematuras anualmente en la Ciudad de México. La última contingencia ambiental tan prolongada ocurrió en febrero de este año, con 72 horas de alerta. Si las condiciones no mejoran, esta situación podría extenderse hasta cuatro días, superando el récord previo.
Beatriz Cárdenas, directora de calidad del aire del World Resources Institute en México, explicó que los sistemas de alta presión y temperaturas elevadas incrementan la producción de ozono, mientras la baja velocidad del viento impide la dispersión de contaminantes. La CAMe había estimado entre tres y ocho contingencias ambientales para el periodo de febrero a junio, cifra que está a punto de superarse.
Las emisiones de precursores de ozono, principalmente óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles, son generadas en un 84% por los vehículos en la zona metropolitana. En respuesta, el gobierno implementó en 2019 restricciones de circulación bajo el programa Hoy no circula, intensificadas durante las contingencias. Sin embargo, con una flota vehicular creciente que ya suma 6.2 millones, estas medidas resultan insuficientes. A pesar de la activación de la Fase I de alerta con 158 partes por billón (ppb) de ozono, los niveles aumentaron a 175 ppb y 178 ppb en los días siguientes, alcanzando 149 ppb el jueves.
Las fugas de gas en hogares y empresas, responsables del 52% de los compuestos orgánicos volátiles, representan otro gran desafío. La doctora Graciela Binimelis de la UNAM subraya la necesidad de un mayor control sobre estas emisiones, así como sobre las quemas de basura y residuos agrícolas. Además, las actividades cotidianas como la cocción de alimentos en la calle y el uso de disolventes también contribuyen a la contaminación. En lugares como Los Ángeles, se implementaron medidas estrictas, como la prohibición de barbacoas, para reducir el ozono.
Las consecuencias de la contaminación del aire son graves, especialmente para los grupos vulnerables como niños, embarazadas, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas. Altas concentraciones de contaminantes pueden provocar problemas de salud y aumentar la mortalidad prematura, advierte Cárdenas. La CAMe ha sugerido medidas, pero muchas aún no son obligatorias.