Gerardo GARCÍA HERNÁNDEZ
El mandatario estatal señaló que se involucra ahora el reciclaje de vehículos oficiales que ya no tienen utilidad.
A la fecha se han compactado 80 mil unidades que han generado ingresos superiores a 178 millones de pesos.
El Gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila Villegas puso en operación la segunda etapa del programa de Reciclaje de Vehículos en Depósitos Estatales, que en esta edición considerará a los municipales, para aumentar la acción de demoler vehículos inservibles, pues a la fecha se ha procesado cerca de 80 mil unidades, que representan 23 mil toneladas de acero.
En el programa, único a nivel país, han participado 42 depósitos o corralones, contribuyendo así al cuidado del medio ambiente y la salud de los mexiquenses, pues se suma a otras series de acciones emprendidas en la materia.
“Este proceso administrativo y estas reformas de ley nos permitieron llegar hasta donde estamos llegando el día de hoy: estar siendo testigos de las chatarrización, de la compactación, el aplastamiento, como llaman los expertos, del vehículo número 80 mil en el Estado de México, en poco más de dos años que empezó este programa”, afirmó.
Ávila Villegas reveló que entre otras medidas para combatir la contaminación, se han invertido 521 millones de pesos, para que campesinos mexiquenses cuiden 350 hectáreas de bosques, que son fábricas de agua, y equivalen a 500 veces el bosque de Chapultepec.
Además se construye el Mexicable en la Sierra de Guadalupe, sistema teleférico que llegará hasta la Vía Morelos para comunicar con el Mexibús 4, y se trabaja en otras líneas de este transporte articulado, con lo que se han retirado de circulación más de 111 mil autos, se han dejado de emitir a la atmósfera más de 452 mil toneladas de dióxido de carbono (CO2).
El proceso de chatarrización consiste en quitar a los vehículos todos los hidrocarburos: aceite, anticongelante y llantas, para evitar filtraciones al subsuelo y en consecuencia, la contaminación de mantos freáticos.
Después se chatarriza y se muele para enviarlos a la industria siderúrgica y metalúrgica, que lo industrializan y se ve después en refrigeradores, estufas, automóviles y estructuras de puentes, entre otros.