* Fue condenada a ocho años de prisión después
de haber sufrido un aborto espontáneo.
Buenos Aires.- Miles de personas participaron en Argentina en una jornada nacional para exigir la liberación de una joven, conocida como Belén, quien fue condenada a ocho años de prisión después de haber sufrido un aborto espontáneo.
En Buenos Aires, organizaciones feministas y de izquierda protagonizaron una movilización multitudinaria desde el Obelisco hasta la Plaza de Mayo.
«Libertad para Belén» es el nombre de la jornada de protesta en defensa de la joven, cuya verdadera identidad se mantiene en resguardo, y quien lleva dos años presa en la norteña provincia de Tucumán.
La víctima sufrió un aborto espontáneo y se atendió en un hospital provincial, donde médicos, enfermeros y policías la acusaron de haber tirado a su feto en el baño.
La joven fue acusada de haber abortado voluntariamente en el baño del hospital y de tirar el feto, que fue encontrado por empleados del hospital y que le fue atribuido sin realizar análisis de ADN, por lo que fue condenada a ocho años de prisión.
Organizaciones locales y Amnistía Internacional demostraron que los derechos de la joven fueron vulnerados, ya que no se cumplieron los protocolos de protección como paciente.
El caso ha tomado tal relevancia, que incluso Naciones Unidas criticó al gobierno del presidente Mauricio Macri y, en un informe sobre la situación de los derechos humanos en Argentina, lo instó a revisar lo ocurrido con la joven.
La emblemática historia de Belén se ha tomado como un ejemplo concreto de la necesidad de legalizar una práctica que realizan alrededor de 500 mil mujeres cada año, pero sólo mueren las más pobres.
Desde prisión, la joven escribió una carta para agradecer el respaldo en su favor, al recordar que muchas mujeres, como ella, son acusadas sin posibilidad de que se les escuche ni de que se les defienda.
«Son culpables por su cara, por su ropa, por ser pobres o por ser mujer como yo. A nadie le importó lo que yo tenía para decir. Yo dije mi verdad, pero nadie me escuchó. Me creyeron culpable apenas me vieron. Todos han hablado de mí como si yo fuera un monstruo», denunció.
«Ahora siento que estoy más cerca de que se haga justicia para mí. Siento que por fin mi palabra vale. Pero cada noche cuando me voy a dormir pienso que yo estoy acá y los que me acusaron, señalaron y condenaron están afuera», agregó. Para ellos es la libertad, lamentó, «para mí la cárcel. Esta sociedad se convierte en suciedad cada día que pasa sin que haya justicia.
Desde hace dos años y cuatro meses que no vuelvo a mi casa, que no veo a mi familia. Eso es lo que más lamento, que me separaron de mi familia».