* Así como la escasa influencia del Consejo de Seguridad
de la ONU para prevenir y detener conflictos.
Naciones Unidas.- La guerra civil en Siria, que esta semana cumplió siete años, ha puesto en evidencia el fracaso rotundo de la diplomacia internacional, así como la escasa influencia del Consejo de Seguridad de la ONU para prevenir y detener conflictos.
Tras siete años de guerra, al menos medio millón de sirios han muerto a consecuencia de combates que cada vez involucran a un mayor número de actores, tanto de coaliciones internacionales lideradas por las potencias mundiales como de jugadores regionales y de grupos terroristas.
Pese a las resoluciones del Consejo de Seguridad, que incluyen un cese al fuego apenas declarado en febrero pasado y que en realidad nunca fue ni remotamente cumplido, y prohibiciones para el uso de armas químicas, que ahora se emplean de manera recurrente, la guerra avanza al margen de la diplomacia.
Además de las bajas fatales, 75 mil sirios permanecen desaparecidos, miles han sido heridos de gravedad y 5.6 millones personas han debido huir del país en busca de un refugio que, a menudo, les ha sido negado por gobiernos occidentales crecientemente hostiles a sus tragedias.
El derecho internacional ha sido de manera descarada pasado por alto. El hambre y la inanición, al igual que los ataques sexuales, se han empleado como tácticas de guerra, y se ha bloqueado la entrada de ayuda humanitaria a la población, incluyendo a menores de edad y a recién nacidos.
Al mismo tiempo, prácticamente todas las partes involucradas en el conflicto han cometido crímenes de guerra y de lesa humanidad, de acuerdo con la ONU, comenzando por el propio régimen sirio y por los terroristas del Estado Islámico.
Mientras tanto, la coalición internacional liderada por Estados Unidos, y apoyada por Francia y Reino Unido, ha sido vinculada a la muerte de civiles; al igual que las fuerzas armadas de Rusia, que en este momento apoyan la ofensiva en el suburbio de Ghuta Oriental, descrito como «el infierno en la Tierra».
Por su parte, Irán y Arabia Saudita ofrecen su apoyo a milicianos en el terreno que luchan en bandos contrarios; en tanto que Israel ha emprendido ataques contra activos militares de Irán y Siria; y Turquía conduce una operación despiadada en la ciudad de Afrin contra la minoría kurda.
«Estoy profundamente preocupado por la desesperación mostrada por las personas que huyen en un éxodo masivo de Ghuta Oriental y Afrin», expresó este viernes el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, durante una sesión del Consejo de Seguridad.
Como en su momento lo hiciera su antecesor al frente de la ONU, el diplomático coreano Ban Ki-moon, Guterres pidió a las partes en conflicto respetar lo que por ley deberían observar: permitir evacuaciones de heridos y desplazados, respetar a los civiles y facilitar la entrada de ayuda humanitaria.
«La realidad sobre el terreno en toda Siria exige medidas rápidas para proteger a los civiles, aliviar el sufrimiento, evitar una mayor inestabilidad, abordar las causas profundas del conflicto y forjar, por fin, una solución política duradera», afirmó.
Por su parte, el enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, aseveró que pese al cese al fuego la violencia se ha intensificado en muchas zonas de ese país, incluyendo también bombardeos contra los ciudades sitiadas de Fouah y Kefraya, y ofensivas en Idlib y Daraa.
Advirtió que «el conflicto se extiende cada vez más allá de las fronteras de Siria, o al menos corre el peligro de extenderse. Este mes tenemos más incidentes de potencial internacional y confrontación real dentro de Siria, que no podemos verificar independientemente pero que nos preocupan».
Debido a su potencial para arrastrar a más países al conflicto, el funcionario alertó que es por ello precisamente por lo que es urgente progresar en el frente político.
Mientras tanto, Lynn Maalouf, directora de investigación para el Medio Oriente del grupo civil Amnistía Internacional (AI), señaló en términos menos diplomáticos «el fracaso catastrófico de la comunidad internacional para tomar acciones concretas a fin de proteger al pueblo de Siria».
Esa incapacidad de actuar, de acuerdo con la representante civil, ha permitido al gobierno sirio cometer crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad con completa impunidad, a menudo con la ayuda de potencias extranjeras, particularmente de Rusia.
«Todos los años creemos que las partes en el conflicto no pueden infligir más sufrimiento a los civiles y, sin embargo, todos los años nos demuestran que estamos equivocados», lamentó Maalouf.