POR Pameli POPOCA
Ha sido anunciado por el Gobierno de México que la Jornada Nacional de Sana Distancia, a recomendación del grupo científico y para evitar la propagación del virus, se extenderá hasta el 30 de mayo en los lugares con mayor número de casos positivos de Covid-19. Antes se había establecido el 30 de abril como fin de la jornada, por lo que la noticia genera incertidumbre en la ciudadanía sobre qué es lo que va a pasar.
La acción forma parte de las tres propuestas realizadas por el grupo científico: “la Jornada Nacional de Sana Distancia permanecerá vigente hasta el 30 de marzo”, “en los municipios de baja o nula transmisión las medidas de distanciamiento se mantendrán hasta el 17 de mayo”, y “en todos los casos se mantendrán, hasta nuevo aviso, las medidas de protección de los adultos mayores y personas con mayor riesgo de complicaciones graves de Covid-19″.
Esta información ha reavivado la incertidumbre de las familias mexicanas quienes, en general esperaban ver el fin de la contingencia durante los últimos días de abril. La gran mayoría de familias esperan con ansias el fin de la cuarentena, algunos, los más afortunados, solo quieren poder volver a salir y reanudar sus actividades cotidianas, sin embargo, los desafortunados deben replantearse qué van a hacer para sobrevivir, pues este nuevo escenario representa retos y sacrificios que muchos no podrán hacer.
Cambios ha habido ya bastantes en nuestro modelo de sociedad a partir de la llegada de la pandemia. Las iglesias cerraron, incluso se canceló la celebración tradicional de la Semana Santa; las escuelas cerraron y existen debates importantes sobre las cuotas que los padres siguen pagando y sobre si el método de las clases en línea es realmente efectivo, los alumnos de educación superior dudan sobre si esto hará que pierdan el semestre.
Por un lado, fueron cerradas las plazas comerciales debido a que eran un riesgo innecesario y la mayoría estuvo de acuerdo, aunque desafortunadamente en el proceso se siguen perdiendo trabajos, y las empresas –grandes y micro- han percibido o comienzan a percibir el estado de quiebra. Por otro lado, los tianguis, último bastión del recaudo en numerosas comunidades, dejando sin sustento a incontables familias; los que siguen funcionando es siempre bajo el riesgo y casi resignación ante el contagio.
Y así, lo que para muchos comenzó como “es una gripe” o, peor, como una teoría de conspiración, nos ha venido afectando progresivamente a cada uno de los sectores de la población. El sacrificio no es opcional, eventualmente el virus nos afectará a todos (excepto a los de más arriba, claro); sus consecuencias, las que creímos que estábamos viviendo, todavía no se presentan en su forma definitiva. El virus del Covid-19 se está instaurando en la historia del país y el papel que juguemos cada uno de nosotros es fundamental para el resultado final. Esencial seguir al pie de la letra las recomendaciones sanitarias y, en la medida de lo posible respetando la sana distancia, mantenernos unidos.