POR Norberto HERNÁNDEZ
La estabilidad política del país depende de dos condiciones fatales: la primera se refiere —o más exactamente se limita— al triunfo del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) en las elecciones de diputados federales. Obtener la mayoría en la Cámara Federal es condición casi única para dar continuidad al proyecto de la Cuarta Transformación (4T) impulsado por el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Si lo logra, la oposición prácticamente quedará eliminada del contexto político nacional en las condiciones bajo las que opera actualmente y que son las que heredaron del antiguo régimen. Esta oposición, en particular la que se aglutina en partidos políticos, suma derrotas por su resistencia a cambiar para adaptarse a la nueva modalidad impuesta por los resultados electorales del 2018.
Perdieron las elecciones presidenciales y ya no supieron qué hacer. Desde aquél año han intentado de todo para debilitar, incluso derrocar al presidente, con movimientos que no han prendido en el ánimo de la población. Ejemplos de ello es FRENA, los gobernadores federalistas y ahora la iniciativa conocida como “Sí por México”. Carentes de base social, de identidad y sustento político solo han provocado una mayor aceptación del pueblo a la figura presidencial.
Se quedaron acostumbrados a los usos y costumbres de las reglas del juego diseñados por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) a quien convenía una oposición negociadora, sin poner en riesgo su continuidad en el poder legal y de facto al frente del país. Con el actual gobierno eso no es posible. Si hubiera una negociación lo más que podrían pedir es que paren de exhibirlos con más escándalos de corrupción o que se dejen de hacer públicos el origen de sus fortunas personales, familiares o de negocios.
Si el presidente y su MORENA no ganarán la mayoría, podrían obtener los votos suficientes de sus aliados naturales, a donde se suman los partidos de reciente creación que logren la confirmación de su registro. Los tres aprobados por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación son afines al presidente. El Partido Acción Nacional (PAN) sería la única oposición real, pero sin la fuerza para evitar la continuidad del gobierno federal. Dadas las condiciones de competencia del PRI —y los vínculos de su clase política con la mayoría de los casos de corrupción hasta ahora conocidos— su poder de negociación es prácticamente nulo.
Es evidente que MORENA y sus aliados agrupados en una coalición electoral pretenden ganar por sí solos la mayoría de diputados federales y esa es su prioridad. El resto de los cargos son importantes, pero no decisivos para el proyecto de la 4T. Es decir, las 15 gubernaturas, las 30 cámaras locales de diputados y la mayoría de los 1926 ayuntamientos en disputa no son un peligro para la consolidación del proyecto de país impulsado por AMLO. Sobre todo por las limitantes que impone el Sistema de Coordinación Fiscal Nacional. Hagan lo que hagan, tanto las entidades federativas como sus municipios y las cámaras locales dependen de la federación para tener dinero público. Son entidades autónomas, pero dependientes económicamente de la federación. Durante 89 años (77 del PRI y 12 del PAN) esa fue una condición cómoda para los gobernadores, presidentes municipales y los diputados locales, ahora es su máxima debilidad.
La segunda condición que pondría en riesgo la estabilidad política de México es la aceptación de la oposición de competir por tramos de responsabilidad política, acotados a sus capacidades reales de ganar. Aceptar lo que pueden lograr y dejar de perder tiempo en meras aspiraciones electorales. Para eso, la ley electoral otorga amplias posibilidades para ser localmente competitivos. Si logran ponerse de acuerdo, o los obligan los señores del dinero, sus donantes de recursos legales e ilegales, pueden dar pasos contundentes para ser una verdadera oposición territorial al presidente. Están obligados a tomar en serio sus alcances de triunfo; tienen el margen de la lista nominal cercana a los 95 millones de electores, pero también enfrentan un padrón creciente de seguidores de AMLO en el Facebook y, en general, en las redes sociales, por el éxito de las conferencias con medios de comunicación todos los días, por las mañanas.
Si de las 15 gubernaturas se estima que MORENA ganaría 13, entonces las posibilidades de la oposición y sus financieros se limitan a ganar lo más que puedan de gobiernos municipales y distritos locales. Esto también permitiría obtener algunos triunfos de diputaciones federales y sumar votos para lograr un mayor número de diputaciones por la vía plurinominal. Si esto ocurre se estaría constituyendo un frente efectivo de presión al presidente y su gobierno, con presencia continua y diversa en la esfera nacional. Como partidos son débiles, pero pueden resurgir como uno solo si logran y aceptan coligarse. Para 2021, es su única opción.