Por: Isidro O`Shea
@isidroshea
Hace dos años les preguntaba a algunos reconocidos académicos de México y Europa en un seminario organizado por el Instituto Jurídico y la Facultad de Ciencia Política de la UNAM ¿Cómo podía uno, como científico social y/o político levantar la voz ante aquellas acciones que parecen antidemocráticas pero que aún no se consolidan; ¿es decir, aquellas de las cuales no tenemos evidencia totalmente tangible como para crear un artículo académico?
Sin más, coincidieron todos ellos en que la pregunta era complicada, pero al mismo tiempo pertinente dadas las circunstancias de nuestro país. Si bien argumentaron que era complicada la pregunta como también la respuesta, dijeron que teníamos una responsabilidad ciudadana antes que académica, de alzar la voz por aquellas inminentes y latentes injusticias y actos en contra de la democracia y el Estado de derecho.
En su momento la respuesta me tranquilizó al igual que la “colita de rana” tranquiliza a un niño que se acaba de golpear; sin embargo, hoy vuelven aquellas dudas, y más que volver, se activan.
Y es que, al querer declarar los estudios de las humanidades o la realidad social como ciencia, intentamos ser, no solamente sensatos, sino procedimentales; como si el populismo; las guerras civiles o los golpes de Estado fueran totalmente calculados y predecibles.
Por poner un ejemplo: hoy me cuesta escribir aquello que todos, por consenso y lógica común, sabemos que fue una trampa: el fraude de 1988 que llevó a Salinas al poder. Y es que es más que lógico, y hasta redundante que nos cueste trabajo, cuando precisamente los que estuvieron inmiscuidos buscaron todas las maneras de ocultar cualquier rasgo o prueba.
Hoy, aunque es cierto que estamos ante otra realidad, una realidad que en lo superficial pareciera ser distinta, cuando uno comienza a escarbar parece tener los mismos rasgos.
Hoy no solamente estamos frente a un régimen populista del que ignoramos sus acciones, dado que estamos sumergidos en su retórica. Hoy estamos frente a un gobierno que no solamente ha hecho caso omiso de las recomendaciones internacionales respecto al COVID19, sino que también parece burlarse de ellas.
Mientras las autoridades presentan un semáforo epidemiológico en rojo, al mismo tiempo invitan a visitar una pirámide de cartón supuestamente en honor a los pueblos indígenas. Mientras decían que no era ni seguro ni popular, hoy millones de mexicanos han perdido el acceso a la salud. Mientras dicen que los apagones han sido producto de circunstancias ajenas, hoy se vuelven una constante.
No solamente estamos frente a un gobierno populista, estamos también frente a un gobierno precario e ineficaz.
En días anteriores, tres de aquellos, que el presidente señala como diablos por sus críticas, decían que no dudaban de las buenas intenciones del gobierno actual, pero sí de su capacidad. Yo, contrario a ellos, sí dudo de su capacidad, pero también de sus intenciones. ¿Bajo qué argumento real y concreto elimina los programas sociales?; ¿Qué sentido tiene decir todas las mañanas que él tiene otros datos?; ¿Cuál es la necesidad de dejar a los niños que padecen cáncer sin sus medicamentos?
Creo que tengo razones de sobra para dudar de sus intenciones
Hoy al presidente López Obrador le quedan tres años, tres años en los que deberá, no igualar las circunstancias del pasado sino revertirlas. Hoy a Obrador se le olvida que el poder es pasajero. Hoy, a Obrador se le olvida que luchó 18 años por la presidencia de la República y que solo le quedan 3. Hoy a Obrador se le olvida que no es un ganador de elecciones, que ha perdido más de las que ha ganado, y que incluso cuando compitió por la CDMX Santiago Creel estuvo cerca, muy cerca de ganarle.
Sin embargo, también hay buenas noticias, y es que, si el general Cárdenas pudo poder fin al periodo llamado como “el Maximato”, ignorando las reglas informales del general máximo de la revolución, Plutarco Elías Calles; también podemos confiar que aunque gane MORENA y su candidato en el 2024 nos encontraremos con un gobierno totalmente distinto.
Yo no pierdo la esperanza, de que cada día haya menos populistas y radicales… poco me importa si son de izquierda o de derecha, ese es un mero disfraz.
P.D. Muchos se preguntan qué sucede realmente en Afganistán, como si este fuera un tema totalmente ajeno a México. No, no es ajeno, incluso deberíamos ser de los principales en el mundo en comprenderlo, pero siempre, siempre, hemos preferido mirar a nuestro pequeño ombligo.