POR Edgar ROMERO
Desde que México transitó del sistema del partido hegemónico al sistema de partidos, los procesos electorales siempre exhiben los intereses de las elites quienes controlan a los partidos políticos mayoritarios y en muchas ocasiones también a los partidos satélites.
Después de poco mas de setenta años de un partido hegemónico en el poder llego la tan anhelada alternancia, finalmente en el pecado llevamos la penitencia, tan malo el verde como el colorado, ahora nos conformamos con votar por el menos malo, cansados de que nos roben los mismos decidimos darle oportunidad a otros, verdaderos lobos con piel de oveja, la misma gata nada mas que revolcada, ni cuarta ni transformación ni nada, solo mas de lo mismo, la misma película pero con diferentes personajes, desde las presidencias municipales, pasando por las diputaciones y gubernaturas, divididos entre conservadores y liberales y después vueltos a dividir entre candidatos y partidos, pareciera que existe alguien a quien le conviene que estemos fragmentados en el mejor de los casos y sino polarizados, la guerra que siempre vende, resulta ser el mejor negocio del mundo.
En México hubo un tiempo en que los partidos políticos representaban una ideología perfectamente definida, sus militantes y simpatizantes respondían a fines sociales comunes y legítimos, ahora todo eso se cabo ahora solo obedecen a conseguir el poder pero cuando están en el no saben que hacer, ahora crean alianzas, coaliciones, hacen pactos, se reparten el motín, finalmente es una consecuencia de la “democracia”
Si bien las alianzas políticas son una conjunción de esfuerzos para conseguir el poder ante un contrincante mas poderoso, ya sea por el uso de los recursos públicos de los que pudiera disponer, por su estructura de movilización e incluso su popularidad, también de forma descarada exhiben lo que representa el miedo a quedarse sin los privilegios que otorga el poder público.
La alianza signada por los partidos PRI-PAN PRD, más que estrategia política de unificación de doctrinas que conlleve la unificación de sus militantes, simpatizantes y ciudadanía, es más una chicaneada que ofende las inteligencia de las militancias y ciudadanía, nada más hay que ver la forma tan ominosa de cómo se asignaron los espacios de representación, sin por menos, dice el refrán, “taparle el ojo al macho”, realizando procesos de selección internos y transparentes. Lo que hasta el momento ha derivado en desbandadas, que alimentan a los partidos de nueva creación.
La otra alianza no está exenta de los vicios enumerados, sin embargo, pareciere que sus desatinos en la forma de gobernar les generan temor a perder las mayorías de las ahora gozan e incluso alardea, es claro que MORENA domina el espectro político nacional, pero sus temores, fundados, no le permiten deshacerse de los chiqui-partidos que le secundan en sus ambiciones por establecer su 4T. A nivel federal suscribieron una alianza MORENA-PT-PVEM y a nivel estatal la MORENA-PT-NA. Alianzas vergonzosas, para un partido que según diversas encuestas su líder ostenta una aceptación del al redor del 60% de aprobación
Es claro que las alianzas concretadas entre los partidos políticos son una estrategia para preservar privilegios; los partidos que gozan de mayor aceptación social no quieren perder sus espacios de poder político y económico, mientras que los partidos satélites, burlonamente llamados chiquillada, prefieren someterse e inclinarse antes de que sus dueños pierdan sus privilegios, mucho aportan al bolsillo de sus dirigentes y muy poco a la sociedad la muestra mas clara de conseguir el poder por el poder mismo.