Saúl GÓMEZ BRITO
Como se evidencia, es difícil remontar años de pobreza, permeados por la desigualdad social, todo un conjunto de desajustes que en cierto modo afectan el sistema económico, donde la inestabilidad y la inflación se han convertido en crónicos, mostrando rasgos más complejos para restablecer los equilibrios políticos.
El deterioro económico y social que padecen los municipios, está sustentando cambios en materia política en un proceso de integración para terminar con desigualdades, consideraciones que responden a una lógica consecuente a la seguridad municipal para encontrar un camino que represente el interés común.
Lo que se requiere es tener una democracia participativa que lleve al Estado a contar con una estructura de participación del pueblo, entonces, es necesario tener centros de decisión en los municipios, verdaderos centros de decisión económica, política, cultural, social y democrática en donde no prevalezca la corrupción.
Los señalamientos anteriores, marcan otro cambio no menos importante, el de la forma de pensar en los municipios, expresando lo que ahí se piensa, con un nuevo aire de libertad para deliberar y concluir, dejando la conducta alienante y codificante que impide toda posibilidad de realización que conviene citar para comprender mejor el presente.
En este escenario, la realidad se vuelve más compleja, esta consideración tiene importancia, pues hemos visto que la crisis que afecta globalmente a la economía, se refleja en las situaciones particulares que padecen las familias en los municipios; el papel de individuo actualmente, es no ser más relegado en la historia.
De este modo, el mundo que el municipio tiene a sus puertas, está lejos de ser un mundo ordenado y sin contradicciones dentro del cual encontrará fácilmente vías de desarrollo; por el contrario, enfrenta un mundo convulso para el cual debe prepararse, elaborando planes y programas reales y para superar las dramáticas circunstancias actuales.
Cabe advertir que estas notas son sólo una parte de la historia, frente a los hechos fundamentales de una persistente y larga crisis política, cuya explicación se encuentra en lo profundo de las contradicciones del carácter y modo de articulación de la economía estatal y de las complejas relaciones sociales.
Dada la crisis y las tendencias recesivas, en un sistema mucho más entrelazado y competitivo, en el cual la modernización tecnológica de los procesos económicos se impone como una condición fatal para sociedad, tal situación requiere del proceso renovador al compás de las reformas estructurales.
Los problemas apremian en los municipios, no se debe permitir que la renovación en estos se rezague de los procesos económicos, sociales y culturales; en una crucial etapa como es ésta, corresponde a la administración municipal una gran responsabilidad, valorar su histórico compromiso.
Naturalmente estos problemas están en el centro de la atención estatal, pero es necesario aumentar la responsabilidad en los órganos de poder municipal; lamentablemente, afrontamos una situación en la que mucho se habla de renovación y poco se hace para satisfacer las demandas de la gente, de la sociedad.
En rigor, se trata de mejorar la actual concepción del municipio, apoyando las iniciativas ciudadanas democráticas, se trata de un municipalismo altamente participativo, fijando las prioridades y los objetivos del desarrollo económico y social del Estado de México y elevando la eficacia con rápidos ritmos de crecimiento.