viernes, noviembre 22, 2024
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Entre Comillas · Alberto Abrego

GUERRA Y ESTUPIDEZ, UN AÑO DE BARBARIE

“Todos los ucranianos estaban como: ‘¿Qué? ¿En serio? ¿Guerra? ¿En el siglo XXI? ¿Guerra?’ Dos hermanos, un país. ¿Cómo pueden los rusos todavía decir que somos un país hermano? Y no entiendo cómo las personas pueden actuar como animales…”

“La gente empezó a salir desesperada, pero como película, yo no creía, la gente se caía, les pisaban, se golpeaban (…) En uno de los trenes veía cómo los padres se despedían de sus hijas, de las madres y ellos se enlistaban a la guerra. Creo que eso fue lo más doloroso, ver cómo se separaban y cómo lloraban, y cómo era el desconsuelo de no saber si es que se van a volver a ver o no…”

Testimonios de Valeria Gryshchenco, ucraniana que huyó a otro país para salvar su vida.

 

Han pasado doce meses desde que el presidente ruso Vladimir Putin anunciara su “operación militar especial” en contra de Ucrania y diera inicio una guerra que hasta el momento, en cifras de las Naciones Unidas ha dejado un saldo de más de 8 mil muertes civiles, más de cien mil soldados fallecidos de cada bando, al menos 16 millones de ucranianos desplazados, y un impacto económico incuantificable a nivel mundial. El día de hoy 71 millones de personas que no conocían el hambre, ahora la conocen gracias a la guerra. Son doce meses que han sacudido la estabilidad del mundo.

A un año de incesantes bombardeos, amenazas nucleares, territorios conquistados, negociaciones de paz infructuosas y la seguridad mundial amenazada, este conflicto simplemente no tiene para cuando terminar.

El 24 de febrero de 2022, bajo el discurso de desmilitarizar Ucrania, y con el pretexto de no permitir que los ucranianos intentaran formar parte de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN), el mandatario ruso lanzó una ofensiva más parecida a una ambición expansionista, de conquista territorial, que a una defensa del pueblo que representa. Hoy en día, sostiene que “las bombas nucleares siguen siendo una opción”.

Es una guerra que, como todas, tiene su ámbito geográfico bien establecido, pero que la hemos sentido en todo el mundo. Rusia tiene una posición muy firme, inflexible; Ucrania y la OTAN, es decir, Estados Unidos tienen otra, y ambas son inamovibles. No se avisora de manera inmediata una victoria plena para ninguno de los dos. Los países en guerra ponen los muertos y otros países llevan agua a su molino.

Es hora de preguntarnos como especie: ¿hasta dónde puede llegar la condición humana? No olvidemos que el fenómeno de la guerra se encuentra ligado en nuestro devenir histórico. Lo demuestra una historia plagada de conflictos bélicos, un ADN humano más cerca de la deshumanización, y de considerar que nuestra especie aún tiene un pie en la irracionalidad propia de nuestro origen.

Hoy más que nunca existe el temor de una nueva guerra mundial. La barbarie, alimentada conjuntamente por la ignorancia, la ambición, la perversidad y la estupidez humana nunca han dejado de amenazar el progreso de nuestras sociedades. Ver el costo humano que este conflicto ha provocado produce una gran tristeza y decepción, y evidencia la incapacidad del ser humano para poner fin a una guerra que podría escalar y convertirse en algo irremediable para la raza humana. Solo ellos, los adalides de la guerra son quienes no alcanzan a entender la dimensión del gran genocidio, del infierno sobre la tierra, de la inmoralidad y la perversión, y de la indiferencia bestial ante el aumento de las matanzas en nombre de una bandera y un líder demente.

Sean cuales sean las causas de las guerras, o los intereses de trasfondo, los resultados suelen ser siempre los mismos: miles de víctimas inocentes y millones de desplazados que pierden todo por la ambición perversa de quienes no se conforman con el poder que tienen. Los perdedores somos todos, es el mundo.

Vladimir Putin ha dicho que para él no existen los límites en esta guerra, por lo que para el mundo el peligro nuclear forma parte de los temores y pesadillas más generalizadas. Los horrores de este conflicto parecen no tener fin, al contrario, revive día con día la crudeza e inhumanidad de nuestra especie.

Pura barbarie. Pura estupidez humana.

RÁPIDAS MEXIQUENSES. En Ecatepec, el gobierno municipal a cargo de Fernando Vilchis informó que por lo menos 50 gasolineras y gaseras operan de forma clandestina, y sugirió la posibilidad de que algunas sean financiadas y operadas por grupos delictivos, por lo que gestionará y solicitará la intervención de la Fiscalía Estatal a fin de investigar y sancionar estos delitos.

Llama la atención que después de cinco años en el cargo, el edil ecatepense descubra la clandestinidad con la que operan diversas gasolineras; y que sea precisamente cuando van a iniciar las campañas electorales por el Estado de México. En fin, si logra que tanto gaseras como gasolineras entren al orden, la sociedad se lo reconocerá. Más vale tarde que nunca.

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