ENTRE COMILLAS
DICTADORCILLO DE QUINTA
Alberto Abrego
“La elección en Nicaragua ha sido una pantomima, ni libre, ni justa, y ciertamente, no democrática”
Joe Biden, Presidente de los Estados Unidos
Las recientes elecciones presidenciales en Nicaragua han generado el rechazo generalizado en la comunidad internacional. El presidente José Daniel Ortega Saavedra ha organizado una farsa electoral en la que obtuvo el 75 por ciento de la votación que le aseguró un quinto mandato presidencial.
Con siete de sus opositores enviados a prisión, acusados de “traición a la patria”, Ortega hace caso omiso a los señalamientos de la Unión Europea, quecritica y denuncia la falta de legitimidad de unos comicios sin las más elementales garantías democráticas, calificando el evento de “burla”, “pantomima”, “simulación” y carentes de libertad, justicia y legalidad. Solo Rusia y Venezuela, que son históricamente aliados de Ortega opinaron en su defensa y elogiaron el proceso electoral, que enmarca la continuidad de un gobierno represivo y dictatorial.
La del presidente nicaragüense es una parecida a la de todos los dictadores de la historia, exguerrillero, revolucionario importante en los años ochenta, clave en el derrocamiento de Anastasio Somoza (anterior dictador), se convirtió en presidente y despuéstambién en dictador. Su primer mandato presidencial fue de 1985 a 1990, posteriormente perdió las elecciones, pero regresó al poder en 2007 y desde entonces ha acumulado tres periodos consecutivos como mandatario, y a sus 76 años de edad suma al día de hoy 19 años en el poder, 14 de ellos de manera consecutiva. Ahora tiene asegurado un periodo de cinco años más con su esposa Rosario Murillo, a quien él llama “copresidenta”. Por eso son dictadores de quinta… administración.
Aunque no es el que tiene mayor índice de pobreza, Nicaragua es uno de los países menos desarrollados de América Latina; y aunque en 2021 tuvo un ligero repunte económico respecto a años anteriores, la economía de su dictadura es insostenible y el régimen se mantiene por el fundamental apoyo de las fuerzas armadas, los cuerpos policíacos, sus grupos de choque y todos sus elementos de represión.
A la pareja Ortega-Murillo poco o nada le importará lo que se escriba de ellos en los libros de Historia Internacional, ellos ya tienen asegurado un lugar entre el grupo de dictadores sin escrúpulos; y en consecuencia tampoco les importan los 7 millones de nicaragüenses, de los cuales 2.5 millones se encuentran en extrema pobreza según Organizaciones No Gubernamentales, como la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (FUNIDES).
La historia no es nueva, un líder revolucionario que se convierte en dictador, un héroe que se transforma en lo que una vez combatió. La violencia al servicio de la política, que se traduce en represión, genocidios,violación de los derechos humanos, desapariciones forzadas, torturas, prisión para opositores y la monopolización de una violencia oficial que se legitima a través del sometimiento.
Daniel Ortega es el ejemplo más inmediato de un gobierno autócrata con un ridículo disfraz de democracia. Los millones de pobres y discriminados en Nicaragua tendrán que esperar, impotentes una nueva esperanza de cambio en cinco años; mientras tanto, un dictadorcillo de quinta que presume al mundo su nueva conquista decidirá por ellos en casi todos los ámbitos de su vida, hasta que surja nuevamente un caudillo, un líder revolucionario, una promesa de cambio que siembre otra vez la esperanza, que por naturaleza social se irá diluyendo con el tiempo para regresar al punto de partida. Nunca tan puntual un ejemplo de que la historia puede ser cruelmente cíclica.
RÁPIDAS MEXIQUENSES. Concluyó el programa “Un respiro para Ecatepec”, en el que según cifras del alcalde Fernando Vilchis, se apoyó durante los últimos 11 meses a más de nueve mil personas enfermas de covid-19 con el préstamo y rellenado de tanques de oxígeno de manera gratuita. Aunque en redes sociales circulan algunos “otros datos”, como que los trámites eran demasiado engorrosos, los documentos solicitados eran excesivos, en muy pocas ocasiones se conseguía oxígeno de manera oportuna, no había un eficiente control de los tanques y la gente ya no los regresaba, muchos enfermos no recibieron jamás una respuesta a pesar de haber ingresado su documentación, en los alrededores proliferaban ladrones de autopartes a pesar de la “vigilancia policíaca” (sobre todo en el Módulo Ciudad Azteca), además la poca claridad en el manejo de la documentación por aquello de los datos personales. Tal vez apoyaron a algunos, pero estos “otros datos” sugieren que el programa pasó sin pena ni gloria.