Por: Alberto Abrego
“Los cárteles en México tienen control efectivo sobre un 40 por ciento del territorio mexicano”
Christopher Landau, exembajador de Estados Unidos en México.
Francisco Abel Murrieta Gutiérrez, abogado de profesión y candidato por el Partido Movimiento Ciudadano a la alcaldía de Cajeme, Sonora fue asesinado el pasado 13 de mayo, cuando hacía campaña en Ciudad Obregón.
Con diez balas en el cuerpo, quedó abatido en la banqueta quien fuera ex Procurador General de Justicia de Sonora, ex diputado local en su entidad, ex diputado federal y abogado de la familia Le Barón. Este atentado se suma a los 146 asesinatos a funcionarios, políticos y candidatos desde que empezó el proceso electoral, en septiembre del año pasado.
Según datos de la empresa Etellekt, en los primeros 195 días del presente ciclo electoral ya se contabilizaban 139 víctimas mortales, en 25 entidades del país. Mientras que para Integralia Consultores, hasta abril del presente año ya se documentaban 169 incidentes de violencia política, de los que resultaron 143 víctimas mortales.
Sin duda este es hasta el momento uno de los procesos electorales mexicanos más importantes en la historia, pero al mismo tiempo se ha convertido en uno de los más violentos. Pareciera normal que en México sucedan estas cosas, crímenes que se vuelven costumbres y terminan en una cruel indiferencia. Parece que a nadie le importa el tema.
Es difícil no suponer que exista algún partido político que se salve de la violencia, ya sea como víctima o victimario. Y resulta verdaderamente inverosímil creer que la política en un considerable porcentaje no está involucrada con el crimen organizado. Es evidente que los grupos de interés, por llamarlos de alguna manera, intentan controlar diversas regiones del territorio nacional como si fueran zonas de su propiedad.
Ya lo dijo el exembajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau: “Los cárteles ya controlan alrededor de 40 por ciento del territorio nacional”. Quien estuvo en nuestro país durante tres años completamente inmerso en la política nacional., algo debe saber del tema.
El interés en la política local de los 53 grupos de delincuencia organizada reconocidos por la Fiscalía General de la República es evidente. Nadie parece darse cuenta que este es ya un tema que rebasa por mucho a partidos políticos, sociedad y los gobiernos en todos sus niveles. Es lamentable que no se haya tenido una discusión pública al respecto. No ha sido prioridad de los gobiernos federales durante décadas, no existe un proyecto legislativo al respecto en la Cámara de Diputados, no es tema de debate en las deprimentes campañas políticas y no parece ser una exigencia de la sociedad. Los candidatos asesinados eran en su totalidad aspirantes a cargos de elección local; pero fuera de emotivos discursos los gobiernos estatales se lavan las manos, y en el federal, el tema no forma parte de la agenda desde hace varios sexenios. Nuestro gobierno está reprobado en materia de seguridad desde hace décadas.
Por otra parte, sabemos que existen muchas zonas del país donde no existen condiciones mínimas de seguridad para la población en general, territorios totalmente dominados por grupos criminales. ¿Qué esperar entonces de los candidatos de esas zonas, donde no se distingue la frontera entre crimen organizado, autoridades y sociedad?
Ante ello no hay indignación, hay “normalización”. La política que tenemos es proporcional al tipo de campañas y a nuestras autoridades en gran parte del país, donde los cárteles dominan a sus anchas, ponen, quitan y disponen, los votantes creen que deciden y los candidatos se sujetan fuerte a los hilos del titiritero… o mueren.
RÁPIDAS MEXIQUENSES. El Partido Acción Nacional anuncia que dejará de hacer campaña política en el sur del Estado de México “por la grave inseguridad que se vive en esa zona”. En efecto, la ola de inseguridad que se vive en gran parte del país provoca que se replanteen prioridades y se busque conservar el bien mayor, que es la seguridad; la reciente amenaza a la candidata Zudikey Rodríguez, de Valle de Bravo es tan solo una muestra de ello. Igual y ese partido tal vez no tenía muchas oportunidades de ganar algo en el sur del Edomex y optaron por conservar los recursos. Se respeta.