Por: Alberto Abrego
REGULAR LAS REDES SOCIALES NO ES CENSURAR
“Regularemos las redes sociales para que los dueños de Facebook o Twitter no controlen lo que podemos decir”.
Ricardo Monreal Ávila, Coordinador de Morena en el Senado.
“Yo soy partidario de que no se regule lo que tiene que ver con los medios de comunicación…No debe haber censura. Prohibido prohibir. Lo mejor es hacer la vida pública cada vez más pública y el que nada debe, nada teme y ejercer nuestra libertad a plenitud”.
Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México.
El tema de regular las redes sociales no es nueva en el mundo, pero en México cobró fuerza hace poco más de un mes, luego de que Twitter decidió suspender la cuenta de Donald Trump por haber incitado a sus seguidores a la irrupción violenta en el Capitolio estadounidense como protesta por la toma de posesión de Joe Biden como Presidente de los Estados Unidos.
Recientemente Ricardo Monreal Ávila, Coordinador de Morena en la Cámara de Senadores propuso una iniciativa de reforma a la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, que implica una regulación de las redes sociales. Su argumento es que las empresas privadas que son dueñas de las redes sociales, ejercen su poder y se otorgan la facultad de suspender cuentas o eliminar contenidos cuando consideran que ciertos usuarios violan las reglas que ellos mismos establecen. Por lo que a decir de sus propias palabras, el senador busca “proteger la democracia, la libertad de expresión, el acceso a la comunicación y la manifestación de las ideas”.
Monreal Ávila aplazó tres semanas la entrega de su iniciativa, para enriquecerla dijo, mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador se pronunció en contra de la idea.
El tema está totalmente politizado, hay quienes aseguran que la reforma no pareciera tener como objetivo final la protección del usuario, sino el de tener el control total por parte del Estado. Las empresas propietarias de las plataformas tendrían que acatar los nuevos controles so pena de multas multimillonarias.
Un tema tan interesante, como inquietante. El internet y las redes sociales crecen en importancia en el mundo día con día, y aunque han permitido una libertad de expresión que no se tiene en otros medios, han crecido en forma un tanto descontrolada. Las plataformas digitales tienen éxito por su versatilidad y por su apertura tecnológica, y hoy en día no nos imaginamos , sobre todo las nuevas generaciones , un mundo sin estos mecanismos de comunicación.
Los propietarios de Facebook, Instagram y Twitter, entre otras plataformas, tienen sus propios códigos de regulación de lo que se publica, y ejercen el poder de la censura de manera discrecional al decidir de manera unilateral lo que es aceptable o no. Es decir, se autorregulan bajo sus propios criterios.
En lo personal, creo y defiendo firmemente el derecho a la libertad de la libre expresión de las ideas, en cualquier medio y bajo cualquier circunstancia, y la única regulación que tendría que hacer el estado, es en el sentido de lo que marca la Ley, como el orden público, la moral y la prohibición de los discursos de odio. Es decir, que no comprometan la democracia y la paz. Creemos en la libertad de expresión, pero esta debe conducirse en un contexto de libertad y con corrección, sin sobrepasar los límites morales y legales. Y en las redes sociales es muy común la libertad más allá de esos límites, como la suplantación de identidad, el anonimato para fines perversos, el acoso cibernético, la exhibición de fotografías o datos personales, acceso a información peligrosa, ilícita o inmoral.
Entonces, ¿quién debe regular las redes sociales?, ¿qué pesa más, lo privado o lo gubernamental?, ¿el poder económico o el político?, ¿las ideas deben tener el visto bueno de los concesionarios privados, o del Estado?, ¿cómo concientizar a gran parte de cibernautas que simplemente no conocen el límite de lo privado y de lo público?, ¿cómo evitar las cuentas falsas?, ¿cómo lograr que las opiniones que se generen sean en el marco del respeto y la tolerancia?, ¿quién determinará cuáles son noticias falsas y cuáles no?, ¿cómo reaccionarán ante esto las grandes compañías detrás de las redes sociales? Preguntas de difícil respuesta.
La expresión de las ideas debe contextualizarse en un marco constitucional y no bajo el criterio de particulares. Ojalá el Estado regule objetivamente, con transparencia y no con el afán simple de “poner bajo control” algo que se le escapa.
Esto no significa limitar o censurar nuestra libre manifestación de las ideas, por ello este tema merece un riguroso escrutinio público. Las redes sociales, aparte de dar amplitud mundial a la libre expresión, han sido también instrumento de actos delictivos, como secuestros, trata de personas, tráfico de datos personales, entre otros.
Son necesarios los límites. Regular no es censurar.