Maestría en coaliciones
Varias personas, entre ellas mi amigo Guillermo, en interesantes conversaciones de café virtual se han referido a una posible coalición entre los partidos opositores al Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). Esto es interesante por dos razones fundamentales y un antecedente surgido en las elecciones de 2017. El estado de México nunca ha sido gobernado por otro partido que no sea el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Hasta hace algunos años, concretamente antes de la aparición de MORENA y de su participación en las elecciones de 2017, el Partido Acción Nacional (PAN) fue la organización política más cercana de alternar en el ejercicio del poder local en la gubernatura con el PRI. Sin embargo, eso nunca sucedió.Aunque parezca una contradicción, los triunfos del PAN en municipios importantes en el Valle de México fueron su mayor debilidad.
El antecedente de las elecciones de 2017 registra opiniones que sostienen que MORENA ganó la gubernatura, pero que hubo una negociación a cambio de dejar pasar al candidato presidencial morenista en los comicios federales de 2018. En el terreno de la especulación eso es válido, pero en realidad ha sido la operación electoral de la clase política priista lo que ha garantizado sus triunfos en las competencias por la silla de gobernador mexiquense. La única vez que perdieron la mayoría en la cámara local, el PAN, por desacuerdos internos, tuvo un desprendimiento de diputados que generó una fracción independiente que regresó el control de la cámara al PRI y al gobernador.
Esta habilidad política, perfeccionada a través de décadas de ejercer el poder político en la entidad, conduce a la primera razón de peso que sugiere una respuesta a mis interesados amigos en saber si van a ir en coalición el PRI, el PAN y el PRD. En todas las elecciones desde que es posible la alternancia electoral, en particular desde la derrota del PRI en las elecciones presidenciales de 1988, la clase política siempre ha hecho negociaciones que pueden ser consideradas alianzas de facto. En el 2017, esa constante corrió a cargo del PRD con su candidato Juan Zepeda. Una figura meramente municipal, creció a un nivel competitivo capaz de quitar votos a la candidata de MORENA. La misma utilidad tuvo la candidata independiente que logró los registros exigidos por la ley electoral, pero al final de la votación hubo más votos nulos que los ganados por ella. Isidro Pastor, que buscó ser también candidato independiente, simplemente no pasó, evitando el riesgo de restar votos al candidato del partido al ser un toro del jaral.
La segunda razón en la balanza para tratar de tener una respuesta, es que el PRI jamás permitió una alianza, en aquellos años, entre el PAN y el PRD. El costo por los compromisos adquiridos de los dirigentes de oposición con el PRI lanzó por la borda cualquier intento de ir juntos en una elección de gobernador. De haberse registrado una alianza entre estos partidos, la alternancia ya hubiera ocurrido. Lo relevante es que el PRI sí logró consolidar una coalición con el PAN y el PRD cuando lo vio necesario y útil para su continuidad y fortaleza política.
Como partido, MORENA ya venció al PRI en las elecciones de gobernador de 2017; pero sus alianzas y su vocación de dividir a la oposición han sido factores decisivos para su continuidad en el poder estatal. El voto urbano no es favorable al PRI, ahí es donde registra su mayor desgaste, pero tiene el control casi absoluto en los municipios de corte rural. Donde se registran mayores niveles de pobreza y marginación, el PRI obtiene una cantidad de votos que marcan la diferencia entre perder o ganar. Esa tendencia se puede observar en los procesos de 1999 y 2017. En las elecciones de junio de 2021, MORENA como partido registró de nueva cuenta una mayoría de votos y eso anima a sus opositores a calcular que solo juntos pueden ganar la gubernatura en el 2023.
Con independencia de esos cálculos y expresiones de entusiasmo, el PRI va a repetir las indicaciones de su manual de operación, escrito en décadas de ejercer el poder público local. Mientras otros piensan en el cómo, en el PRI ya están pensando en el quién. Es un hecho que la clase política priista impulsará una alianza diseñada a imagen y semejanza de sus intereses y si para esto es necesario pactar con el PAN, el Verde o con el Gobierno Federal lo harán. No importa si es criticable, mientras sea efectivo. Sin ser gobierno en la entidad, MORENA es el partido a vencer por el registro de los datos electorales de los tres últimos procesos: 2017, 2018 y 2021. Sin embargo, deben estar atentos a los acuerdos de orden federal y evitar rompimientos que desgasten al partido antes de empezar la competencia.