METAMORFÓSIS, LUNA LLENA Y EQUINOCCIO DEOTOÑO
Este ciclo solar ha sido de mucho movimiento, giros en espiral ascendente y cambios. Hace un año, en mi familia expandidapasamos por un episodio de aprendizaje porque nos dimos cuenta que nuestros abuelos no son inmortales. Julia y Tino, se casaron hace 60 años y desde entonces formaron una familia como pocas. A estas alturas me queda claro que tener una familia es cosa del destino, y a nosotros, los Tinoco, los hijos y nietos de Julia y Tino, nos ha sido concedido crecer en familia. No así a mi abuelo Tino que desde niño se quedó huérfano, junto con 7 hermanos que tuvieron que buscar refugio en sus tías, las hermanas del sacerdote Tinoco. La bisabuela Carmen murió en parto y el abuelo Liborio no se ocupó mucho de ellos, así que mi abuelo y sus hermanos crecieron como niños huérfanos. Cuando crecieron, dos de sus hermanas (de mi abuelo) enviudaron muy chicas, así que la pareja de Julia y Agustín (Tinito) no solo fueron los padres de sus hijos biológicos sino que adoptaron cariñosamente a dos familias más y las puertas de su casa y sus brazos estuvieron abiertas a todos los que lo necesitaron. El Cerrito, como le llamamos a la casa de mis abuelos, fue un refugio para muchos niños.
Félix Agustín Tinoco, Tinito, es una persona fuerte, de carácter firme, de gran fortaleza física; noble, tierno, cariñoso y apacible a la vez, tiene gran interés por la ciencia y la cultura, es utopista y politólogo nato.
El año pasado, en diciembre de 2017, con el frío de invierno, a sus ochenta años, cayó literalmente en cama. El frío lo deprimió y había decidido no estar más en este mundo. Toda la familia se puso alerta y no lo dejamos ir. Con los rayos de primavera se compuso, se levantó y recuperó la fuerza de sus años mozos. Así que Julia y Tino nos siguen dando cariño y cobijo a sus 7 hijos, sus 18 nietos, sus 19 bisnietos y a todos los que sin llevar su sangre los consideran sus abuelos. Mis abuelos, lo mismo están atentos a si un bisnieto ya dio sus primeros pasos, si otro ya sabe andar en bici, si una nieta anda de viaje, si la otra cortó con el novio, si una hija se siente mal o si la otra se va de parranda. Están al tanto de todas y todos nietos, hijos y bisnietos.
Esto sin duda supone una capacidad sobre humana. Esa capacidad la atribuyo a Julia. Cuando Tino trabajaba en las refinerías del sur del país, Julia se quedaba al tanto de los 7 hijos y entre todos atendían la granja familiar que les daba de comer. Antes de irse a la escuela, porque eso sí, todos son grandes profesionistas, cuentan que ya habían trabajado varias horas en la granja liderada por Julia, nuestra gran matriarca. Así que si me preguntan cómo quiero ser cuando sea grande, siempre diréque como mis abuelos.
El episodio del año pasado que superó Tinito nos sacudió las raíces. Julia, por su parte, tiene tal fortaleza que estamos seguros que va a vivir al menos 120 años, como Ursula Iguarán.
Soy una nostálgica y me suelo acordar de todo. Pienso en todas las cosas que sucedieron en el año, en los ciclos que se abrieron y se cerraron, en las personas y familias bonitas que conocí, en las familias bonitas que reencontré, en las personas bonitas que no tienen familia. Soy una nostálgica, y el día de hoy, 1 de diciembre de 2018, está para de pura felicidad.
Hoy, en este cambio de estación de Septiembre 2021, junto con los primeros colores del otoño, Tino ha decidido partir. Se va entero, sano, lleno de vida y amor. Se murió de tanta vida acumulada a lo largo de 84 años, lo despiden la luna llena de otoño y los campos llenos de flores. Como hombre sabio y conocedor de los ciclos cósmicos eligió partir en el ocaso del año. Gracias Gran Sol por tu luz y por hacer latir nuestros corazones. Gracias por darnos la Vida.
Zinacantepec, 1 de diciembre de 2018; 22 de Septiembre de 2021.