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MUJER RESILIENTE- SANDRA CHÁVEZ

Por: Sandra Chávez Marín

Fecha de publicación: 30 de agosto 2021

Hoy por ellas y mañana por quienes nos sigan necesitando.

Ayer estuve en Tenancingo, Estado de México. Bella ciudad fundada por familias amables, honestas, trabajadoras. Mencionaré que soy oriunda de tan bello espacio geográfico; ahí transcurrió la mayor parte de mi niñez entre juegos, en compañía de pequeños vecinos a quienes como a , lo único que nos preocupaba al salir de la escuela, era comer velozmente, hacer tarea y acabar pronto para salir a divertirnos entre gritos y risas, regresando a casa con las rodillas moradas y quizá sangrantes por las caídas que sufríamos, las cuales lavábamos con jabón en barra y estropajo para que no se infectasen.

Ayer, mi memoria tuvo un vuelco al observar como unadelgada mujer de correosas pantorrillas y avanzada edad aún transporta los palos de madera –que llamamos leña- a suespalda, sostenidos por un rebozo mientras con una amable y desdentada sonrisa ofrece los mismos en venta, y ante la negativa de compra, reduce el precio de la carga desvalorizando el costo que le toma acercarlos a quienes,tranquilamente sentados en una banca de la Alameda principal, reposábamos escuchando el fuerte graznido de las aves que apenas y nos permitía dialogar; todo ello, ante la mirada de una pequeñita de no más de seis años quien le acompañaba y a su vez cuidaba y dirigía a los flacos, descuidados y fieles caballos que en su lomo transportan costales con tierra, si, de esa que llamamos de monte.

También coincidí con mujeres que elaboran y venden artesanías colocadas sobre una pequeña mesa; otras, con algunas plantitas comestibles acomodadas cuidadosamente en un plástico, mientras sentadas sobre sus piernas de apariencia ceniza veían pasar el tiempo esperanzadas en su venta para adquirir algunos insumos y regresar a casa donde les esperaba un montón de ropa por lavar sobre una piedra a la orilla del ya casi invisible río.

Y así es como, reflexionando, reparo en aquellas mujeres que permanecen en casa, encargadas del aseo de todas las áreas físicas del hogar, limpieza y planchado de ropa, la cocción y guisado de los alimentos, sin recibir remuneración económica alguna y, así también, recapacito en aquellas quese desarrollan fuera del hogar, en quienes siendo mujeres cultas, preparadas académicamente, económicamente independientes,   desafortunadamente coinciden en compartir su existencia con un varón quien, lejos de reconocerle, agradecerle y premiarle por su diaria labor, le grita, maldice, ofende, lastima verbal y corporalmente, menospreciándole como compañera de vida y ser humano.

Es entonces, cuando viene a mí la imagen de esa pequeñita, cuestionándome del futuro que le espera; es entonces, cuando me niego a imaginar lo que está por llegar para una mayoría de niñas y mujeres en pobreza; es entonces, cuando me pregunto: ¿Qué hago para apoyar, guiar, cuidar de las niñas y mujeres que en verdad nos necesitan? ¿Cuál es mi legado en este mundo a favor de mi género? ¿Una columna, un libro, un estudio, un conjunto de palabras sin acciones?

¡¡¡Unamos fuerza, voluntad, amor y pasión!!!

Hoy por ellas y mañana por quienes nos sigan necesitando; sembremos una semilla que florezca y produzca frutos; poco a poco vayamos transformando y contagiando a las nuevas generaciones, haciendo de nuestro mundo un mejor lugar para vivir.

Te invito a leernos todos los lunes en Mujer resiliente, y a seguir ampliando el debate a través de mis redes sociales:

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