POR Sandra CHÁVEZ MARÍN
Ya lo cantó Moral Distraída; “¿quién te dijo a ti que los hombres no lloran? (…) Que un buen macho no puede mostrar sus sentimientos, necesita naufragar en el alcohol para mostrar su sufrimiento, y termina siendo un hombre en competencia, la impotencia del fracaso y la presión como camino, a la violencia.”
No existen personas, ni sonrisas, ni pulgares iguales, entonces, ¿por qué enseñaron a los varones a comportarse con parámetros establecidos que los convierten o no en hombres? Esa incapacidad de formular sus propias concepciones de la realidad, han limitado el comportamiento varonil a conductas regularmente sexistas que determinan qué es ser hombre, por lo tanto, prohibido para nosotras. Por eso, entender las nuevas masculinidades no es tan sencillo como parece, debemos estar conscientes de que el machismo se encuentra profundamente interiorizado, por lo que para efectos del presente texto, definiremos el concepto en cuestión como aquellos comportamientos varoniles que se clasifican como positivos por no ser de carácter sexista y defender la igualdad sustantiva a partir de acciones incluyentes.
Lo anterior ha obligado a los hombres a replantarse su lugar en la sociedad, no solo ante nosotras, sino hacía sí mismos, incluso, de acuerdo con Mauro Vargas, director de GENDES, A.C., encontramos tres principales formas de reaccionar: antagonismo hacia los avances de las mujeres; confusión y sensación de malestar; y finalmente interés y compromiso con la igualdad.
Es primordial acotar que las nuevas masculinidades son hoy, el inicio de observar y señalar los machismos que, no solo han supeditado a la mujer a una posición desfavorecedora, incluso, como objeto de deseo e inferioridad, también han educado hombres bajo ideologías que reprimen y violentan a los mismos varones desde la cuna; ocasionando que crezcan con el deseo de cubrir expectativas que a veces no responden a lo que desean o esperan de sí mismos, lastimándolos, acercándolos a situaciones de riesgo físico y emocional. La falta de autocuidado, incursión en redes delictivas, y los altos índices de muerte por accidentes o peleas y el suicidio son apenas una muestra.
Según la CNDH existen diferentes tipos de masculinidades; la masculinidad hegemónica, la masculinidad subordinada, las masculinidades alternas; siendo las dos últimas las mejores opciones para la eliminación de los micromachismos, pues en definición son las que otorgan mayor libertad a los individuos. La primera, acepta que los hombres pueden ser vulnerables y la segunda presenta diversas propuestas de mejora de condiciones a partir de los varones en diversos espacios antes reservados para mujeres.
La construcción social ha creado masculinidades dominantes, y a partir de las relaciones de poder se ha determinado cómo ejercerlas. Esta redefinición sexual no debe estar basada en los patrones varoniles, y es importarte eliminar el riesgo de la indefinición, siendo primordial que los géneros nos volvamos incluyentes y versátiles. Estamos ante la invitación a eliminar la violencia de género desde la participación masculina, con el auto reconocimiento y aceptación de las nuevas formas de comportamiento; así como la oportunidad de responsabilizarnos del pasado y el futuro, crear políticas públicas en las que los hombres sumen para la igualdad y que los mismos sean conscientes de las acciones afirmativas que promueven la paridad de género desde el hogar hasta las instituciones.
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