Regreso peligroso
Hasta ahora el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha logrado sortear las estrategias de desgaste de sus opositores. El resultado de las elecciones intermedias fue favorable a su causa. Ganó la mayoría simple en la cámara de diputados y, con sus aliados, no tendrá problemas para la aprobación del presupuesto federal. Esa condición puso contra la pared a los presidentes de la alternancia política panista que nunca consiguieron una mayoría de su partido y aliados que favoreciera su propuesta presupuestal. Fue su mayor debilidad, porque tuvieron que entregar dinero a manos llenas a los gobernadores para lograr su apoyo en tareas legislativas de relevancia. Sin talento para manejar situaciones de conflicto, los presidentes Fox y Calderón fueron rehenes de los mandatarios estatales, particularmente los emanados del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que controlaban a los diputados federales de sus estados.
A los presidentes de la alternancia panista de 2000 a 2012, la clase política priista los condicionó a sus tiempos; los apoyaron cuando consideraron necesario y se desmarcaron de sus gobiernos cuando consideraron oportuno. Fue una dualidad de manejo político de altos rendimientos. Se desmarcaron de Calderón en la guerra contra el narcotráfico; lo dejaron solo para que el desgaste fuera tan amplio que favoreciera su regreso al poder presidencial. Fueron juntos con Fox cuando midieron que nada afectaría su espacio de control político en los estados gobernados por el PRI. Más que aliados fueron un grupo experto de desgaste a los dos presidentes de oposición de quienes se esperaban mejores resultados de gobierno en favor de la desigualdad social.
En 2012, regresó el PRI al control del Poder Ejecutivo bajo dos vertientes totalmente ajenas e inesperadas. El primer presidente de la alternancia panista manifestó con anticipación su apoyo al gobernador priista que luego sería el candidato y ganador de la presidencia. Su actitud fue en reacción por la investigación de la que era sujeto por enriquecimiento inexplicable cuyo origen atribuía al presidente Calderón. Luego se daría una decisión donde el presidente Calderón volcó su apoyo al candidato del PRI para evitar que ganara AMLO, el candidato de la izquierda. En realidad, la guerra de Calderón contra las organizaciones de traficantes de droga fue la mejor plataforma política para el PRI. El desgaste del presidente y el desánimo de la población hacia su gobierno fueron irreversibles.
El presidente Enrique Peña Nieto fue un ganador de elecciones, una figura que sacó de la orfandad al priismo nacional que lo asumió como su líder, desde que este fue gobernador del estado de México. Ganó todo en tierras mexiquenses y colaboró a levantar al PRI nacional de su derrota de 2000. Cuando ganó la presidencia en las elecciones federales de 2012 no había duda que era parte de un grupo renovado y ganador. Así lo hicieron sentir y durante los primeros catorce meses de su gobierno fue un presidente que atrajo las miradas del mundo. Pasados esos meses de bonanza, todo empezó a cambiar hasta que, en 2018, los errores de su administración terminaron por favorecer la mayor victoria electoral del candidato de la izquierda, más allá de lo esperado.
Pocos son los motivos para recordar a los tres últimos presidentes y lo que hay es negativo. Del gobierno de Fox lo más recordado es el protagonismo de su esposa y de sus hijos. Hay quien la llamó una máquina de pedir dinero; de Calderón su guerra que enlutó al país; y, de Peña, la casa blanca y los 43 desaparecidos de Ayotzinapa. Si nos vamos un sexenio atrás, Zedillo es recordado por el FOBAPROA. Salinas tuvo un acierto político que lo convirtió en una figura internacional. En tres años superó lo acontecido en las elecciones de 1988. Para el proceso electoral de 1991 fue un escenario totalmente diferente. Su exitoso programa de ayuda a los más necesitados dio la fortaleza que el PRI había perdido. El PRONASOL sustituyó la simulación de la estructura partidista por comités reales que operaban los fondos de ayuda económica. Pero llegó su último año, 1994, y ahí se escribió otra historia. Pasó a ser el villano favorito o el innombrable.
AMLO está justo en el momento de la definición de su mayor reto político. Los costos pueden ser la bandera de lucha que está esperando la oposición para magnificar el error y materializarlo en votos en las elecciones estatales venideras y en las presidenciales de 2024. El regreso a clases es un tema de la mayor sensibilidad humana. Si los niños se contagian y pasan a un estado de gravedad nada evitará los señalamientos de culpabilidad al presidente. El caminito de la escuela es una decisión que puede afectar la base social de apoyo que ha construido. Es un tema grave de la agenda nacional de la que él es responsable directo.