martes, noviembre 5, 2024
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VISUALIDAD EXPANDIDA – UN BIKINI A LUNARES. EL USO DEL TRAJE DE BAÑO FEMENINO EN LA HISTORIA

POR Yuritzi Becerril Tinoco

La llegada de la primavera y la necesidad de un chapuzón después del invierno nos invitan a reflexionar sobre las prendas de temporada: El uso del traje de baño femenino como una forma de relación entre los cuerpos. Una pequeña mirada histórica nos permite observar que en el transcurso de medio siglo, la vestimenta de playa en Occidente experimentó una profunda transformación y con ello las ideas asociadas a la exposición del cuerpo femenino en espacios públicos. Este hecho no se presenta asilado, está relacionado con el uso del tiempo libre y del espacio. En el siglo XX las playas devienen espacios públicos, de ocio. Esa pequeña línea de arena a la orilla del mar se convierte en un lugar de encuentro. Efectivamente se construye una nueva relación entre los cuerpos, pero también una relación del cuerpo humano con su propia piel y con la piel de los otros: con la piel en relación con el agua, en roce con la ropa, en exposición al sol, al viento y  a las ideas. No hubo mejor nombre para la ruptura de paradigma que causó tal diseño que el de una explosión, una bomba atómica en el mar. La vestimenta de playa popularizada hacia la mitad del siglo XX a partir del diseño de Louis Réard se llamó Bikini en referencia a las pruebas nucleares realizadas a principios de la Segunda Guerra Mundial en las Islas Marshall, territorio al que pertenece el atolón del que la prenda toma el nombre.

La iconología del arte muestra mujeres con una prenda similar hace 3500 años, en un mosaico Siciliano. Sin embargo, hacia 1920 las mujeres tenían que ser transportadas en cabinas sobre ruedas que se introducían al mar. Ya en 1920 las mujeres se habían deshecho de estas estorbosas cabañas y podían entrar al mar con pantalones de franela y ornamentosos vestidos. Aunque en varios países el uso del bikini estuvo prohibido hasta pasada la década de los setenta, hoy su popularidad es tal que las ventas asociadas a esta prenda superan los ocho millones anuales.

 

 

En Francia, la municipalidad de Saint-Tropez fue la primera en autorizar su uso ¿Lealtad histórica? Fue esta misma municipalidad que en el año 2016 decreto el rechazó extremo de símbolos religiosos en lugares públicos, prohibiendo con ello el uso del burkini promoviendo el uso del bikini. Un acto que ha sido observado como una política de estigmatización de la cultura musulmana en territorio francés. En 1907 la nadadora australiana Annette Kellerman fue detenida por llevar un traje de baño deportivo de una sola pieza, corto y sin mangas. Un siglo después, la municipalidad de Saint-Tropez detiene a las mujeres que no lleven bien puesto su bikini, es decir, sin más telas añadidas que hagan pensar en un símbolo religioso. Por ello es preciso preguntarnos ¿Qué nos dice la atención puesta en la apariencia, en la vestimenta, sobre el espíritu de una época? El sociólogo Michel Maffessoli apunta que valorizar la apariencia es por una parte, describir las formas que están en juego (estáticas) y apreciar sus articulaciones (dinámicas).

El uso de los símbolos nos habla del espíritu de la época y los acuerdos sociales con respecto a la apariencia. La evolución del traje de baño femenino en diferentes épocas y circunstancias da cuenta de la segregación que han sufrido las mujeres a lo largo de la historia. Sí el uso del traje de baño femenino es un símbolo de liberación, el respeto al cuerpo independientemente de la vestimenta, es un derecho que en todo momento y circunstancia se tiene que respetar.

La exposición del cuerpo femenino en lugares públicos (las playas y piscinas) a través de la vestimenta de playa da cuenta del imaginario social y moral (ethos y pathos) en torno al cuerpo así como la estructura cultural de una época: desde el uso del tiempo libre y del espacio (las playas como lugares de ocio) hasta las transformaciones y empoderamiento femenino a lo largo de la historia.

 

 

 

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