POR Alfonso FAURE
Y retiemble en sus centros Sakhir… porque retumbaron con el Himno Nacional Mexicano el pasado 6 de diciembre cuando Sergio “Checo” Pérez quedó como el ganador del Gran Premio de Sakhir en el Circuito Internacional de Bahréin después de 87 vueltas en el Trazado Exterior. Después de 87 vueltas de emociones, tragedias, sobresaltos y llena de nervios. Después de 87 vueltas de disciplina, de calma, de oportunidad y de rebases; después de 87 vueltas de levantarse como pocos y demostrar la garra que caracteriza a México; y después de 50 años cuando Pedro Rodríguez ganó el Gran Premio de Bélgica en 1970.
El triunfo de Pérez se da después de 10 años en la Formula 1 y llega al momento de conseguir su 10mo podio en la máxima categoría (Aclarando que estuvo a punto de conseguir este decimo podio el fin de semana pasado cuando, al estar a 3 vueltas del final, su Unidad de Potencia prendió fuego por un corto circuito en el sistema de manejo de energía y no pudo terminar la carrera). Pero no solo son 10 años Formula 1, en realidad este logro viene desde que Checo comenzó su carrera de karting a los 6 años y que a los 14 años viaja a Europa, viviendo lejos de su familia, para poder abrirse camino en un deporte difícil y hostil. A partir del 2005, comienza a demostrar su destreza al volante y comienza a subir dentro de las categorías europeas hasta que en la temporada 2010, gana la carrera de Mónaco de GP2 (Hoy Formula 2) para finalizar el año como subcampeón. En el 2011, Pérez firma un contrato con Sauber asegurando un puesto en la categoría reina del automovilismo; y comienza una carrera llena de sube y bajas, con cambios de equipos, con podios y glorias, con decepciones y tristezas, con rivalidades y hasta con rescates financieros. Finalmente, el 2020, un año bizarro en todos los sentidos, pero un año donde el auto de Pérez, el Racing Point RP20 que estaba mejor que nunca, le daba la oportunidad de pelear podios y los primeros lugares; pero también un año donde Sergio se perdió las dos carreras de Silverstone (R. U.) por estar contagiado de COVID-19, un año lleno de sorpresas, con circuitos nuevos y el regreso de algunos clásicos; un año donde Checo se enteró por medio de una llamada que sería despedido de Racing Point (a pesar de contar con contrato hasta 2022) para ser reemplazado por Sebastian Vettel y un año donde perdió un podio por una mala decisión estratégica del equipo y otro por un error en su Unidad de Potencia
Pero finalmente llegó el éxito, llegó el triunfo y llegó el sueño de Sergio con el apoyo de miles de mexicanos y el impulso de toda Latinoamérica que no veía a un ganador desde Pastor Maldonado en España en el 2012. Sin embargo, ganar la carrera no fue fácil, ya que en la Curva 4 de la primera vuelta, Charles Leclerc golpeó el auto de Sergio Pérez, que salvó su auto de milagro y evitar un retiro de la carrera. Por el incidente, la carrera bajó de ritmo con la salida del auto de seguridad y Checo aprovechó para cambiar por los neumáticos medios; con los que se le complicó porque al querer calentarnos se patinó en una curva cuando estaba en el último lugar de la carrera. Este incidente provocó que las llantas le comenzaron a fallar y Pérez dudara en entrar a los pits por otro cambio de ruedas, pero el equipo resistió para que Sergio aprovechara a manejar sus llantas magistralmente y pudiera realizar solamente otra detención.
Ciertamente, el triunfo de Checo se conjugó con el error garrafal del equipo Mercedes al colocarle unas llantas incorrectas al que hasta la vuelta 63 era el líder de carrera, George Russell, permitiendo que Pérez se colocara en primero y así aferrarse a la punta por 24 vueltas. Aunque para haber llegado a esta posición, el mexicano tuvo que realizar varios rebases como los adelantamientos hasta llegar a noveno en las primeras vueltas y el que le propinó a Ocon y a Stroll en la curva 4.
Finalmente llegó la vuelta 87 y con 10.5 segundos sobre el segundo lugar, el francés Esteban Ocon de Renault, Sergio Pérez logró su primer triunfo en Formula 1 y que, como él, nosotros tampoco lo creíamos, pensábamos que era un sueño y que algo pasaría para que Pérez no llegará a lo mas alto del podio del desierto de Bahréin. Pero no, el triunfo era real, la victoria dulce y la felicidad inmensa; y que como Chequito, todos estábamos pegados a la TV con lagrimas en los ojos y piel chinita en el momento que ondeó el águila azteca, se escuchó la música de Jaime Nunó y retembló en su centro el Reino de Bahréin.