jueves, noviembre 21, 2024
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Zona Diversa · Leo Espinoza

La masculinidad hegemónica va en picada en nuestra país.
Importante la deconstrucción y la reeducación en las futuras generaciones.
Dogmas y conservadurismo parte de la resistencia para la igualdad entre hombres y mujeres.
Si existiera una maquina en el tiempo y viajáramos hace 50 años y alguien le dijera a la sociedad en aquel entonces, que en el 2023 México estaría listo para ser gobernado por primera vez por una mujer, o que habría una mujer trans en cadena nacional en uno de los programas más vistos, o que existiría matrimonio igualitario en todo el país, seguramente le tacharían de loco.
La pandemia, la igualdad de género y las situaciones que muchas veces no podemos controlar como mexicanos por contextos internacionales, han generado que en casa ya al hombre se le dejé de ver como proveedor y que ahora tanto padres como madres tengan que hacer labores domésticas y de cuidado en sus hogares quieran o no, pues la realidad así lo exige.
Un factor importante, es que la deconstrucción y reeducación en México a permitido entrar en las familias mexicanas y hacerles ver qué no están determinadas las posibilidades de desarrollarse integralmente solo por el hecho de haber nacido hembra o macho, es decir cada quien puede hacer de su vida personal, laboral y social lo que decida, siempre y cuando no afecte a terceros.
Por ello el que exista una campaña permanente sobre los derechos de la mujer, que se ajusten leyes para lograr la igualdad sustantiva y que ahora hasta se cuenten con libros de texto gratuitos para reeducar a las nuevas generaciones es de vital importancia.
Esta demostrado que dónde se valora la labor del trabajo de cuidados y domestico de la mujer y que además y se les brindan oportunidades de desarrollo en lo laboral y en la educación las economías de los países que implementan estás acciones crecen.
Para ello es importante “las tres R”, uno reconocer que hay una carga desigual entre hombres y mujeres en las labores del hogar, dos reducir dichas labores de forma consiente para que las mujeres puedan desarrollarse en otras áreas, tres redistribuir de forma consiente que las labores se comparten entre todos los miembros de la familia y que esto no tiene que ver con el género.
Pero no solo se puede acotar a los hogares dichas acciones, se debe tener dicha empatía en otros rubros de socialización entre hombres y mujeres.
Por ello es muy importante seguir fortaleciendo más Masculinidades incluyentes, positivas y deconstruidas que permitan reconocer que ser hombre no debe ser una carga, que tenga que cumplir con dichos patrones sociales, que se puede ser sensible, incluyente con lo diverso, ser paternal, no violento, colaborador en tareas de crianza y cuidado y no perder masculinidad.
Es verdad que hay una parte dogmática y de conservadurismo que se niega a todos estos cambios, pero si de verdad su fin es preservar las familias, deben reconocer que por años han normalizado el desequilibrio por años entre hombres y mujeres.
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