Luego de haber participado en el Paseo de Alebrijes de la Ciudad de México organizado por el Museo de Arte Popular y de permanecer en exposición abierta al público frente a la presidencia municipal de Tultepec, «Masatl», que en náhuatl significa Venado, viajará para participar en el Festival Cultural El Dorado 3000 de la ciudad de Lille, al norte de Francia en abril de 2019.
México será el país invitado en este festival, donde se promoverán diferentes expresiones del arte mexicano a través de un desfile de 12 esculturas monumentales de alebrijes, decoraciones de papel picado y máscaras, así como de catrinas gigantes, para así profundizar los lazos de amistad con el país galo.
Durante cerca de un mes, Masatl y El Mensajero del Viento; ambos elaborados en el Taller Xólotl de Tultepec, así como Razzzalobo, de Jorge Hidalgo Urbán, permanecieron en exhibición abierta para que la ciudadanía «se tomara la foto del recuerdo» con estos míticos personajes, como una forma de honrar las tradiciones mexicanas.
De acuerdo con el artista tultepequense Arturo Ávila González, arquitecto de profesión, quien junto con dos colaboradores creó Masatl, en su taller Xólotl, ubicado en este municipio, el Alebrije mide 3.30 metros de largo, 2.50 de alto y 1.80 de ancho y pesa alrededor de 30 kilos.
«Masatl consiste en un venado con alas, las cuales representan el nivel divino. Tiene cola de serpiente que representa el nivel terrenal y el cuerpo de armadillo representa el inframundo. La cabeza de venado y la cola de serpiente representan el bien y el mal como una dualidad perfecta», explicó el artista.
El Alebrije monumental está elaborado de materiales tradicionales como carrizo, papel periódico, de archivo o papel de estraza con pintura acrílica sin el uso de moldes, con incrustaciones de papel maché (masa Alebrije), o «masita de Arturo Ávila», fórmula personal de su creador como sello particular, misma que ya es utilizada en toros y catrinas por otros artesanos, presume el artista.
Esta técnica de acabado es un homenaje al arte huichol cuya textura y colorido se aprecia desde lejos como si fueran cobijas o sarapes propios de Saltillo, Coahuila. La pieza representa al inframundo o la lucha entre el bien y el mal y la conexión medicinal que estas tribus dan al peyote.