domingo, diciembre 22, 2024
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Peluquería “Don Beto”, toda una vida dedicada al corte de los caballeros

“Tengo un récord: corté el cabello a 70 policías en diez horas”, relata Alberto Gómez González.

Por Gerardo Mendoza

Toluca– “Don Beto”, a sus 74 años, sigue de pie en su peluquería. Hoy, sin duda, esa profesión lo mantiene vivo, junto con el cariño y amor de sus tres hijos.

Instalado en la Colonia Del Parque, a espaldas del parque 18 de Marzo en esta ciudad, Don Alberto Gómez González cuenta que ninguno de sus primogénitos siguió sus pasos, pero él asegura que de volver a nacer escogería la misma profesión.

El oficio en el arte de la peluquería lo lleva desde adolescente. Cuenta que en casa había pocos ingresos económicos y era necesario ayudar.

FOTO: Especial

“Eso nunca se olvida, recuerdo que mi mamá le dijo a uno de mis tíos, ‘llévatelo a tu trabajo’, y entonces así me fui; además, mi mamá no quería que anduviera de flojo ni de vago. Tuve 14 hermanos, porque mi papá tuvo matrimonios diferentes”, relata Don Beto.

La fuerza en sus manos ya no es la misma que antes, sin embargo, ataviado en su bata y con la llegada de la tecnología, tiene que hacer frente. El corte de cabello, como dice, es a la “antigüita”; en toda su trayectoria han pasado varias generaciones.

Explica que nació en 1947, pero en el año de 1964, a los 17 años, se inició como peluquero; por la falta de dinero ya no pudo continuar con sus estudios y solo llegó al segundo año de secundaria.

“En ese entonces aprendí en la peluquería que estaba en Juárez e Independencia, donde es la Casa de las Diligencias, se llamaba ‘Janitzio’, no había escuelas como ahora; luego hubo que ir a la Ciudad de México a unas clases con otros peluqueros para actualizarnos”, agrega Gómez González.

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En la intimidad de su hogar, Don Beto comenta que en 1975 ingresó a las filas del Batallón de Radio Patrullas en Lerma, y luego siguió su profesión en Toluca.

Durante 30 años laboró como peluquero para la Dirección General de Seguridad Pública y Tránsito de la Secretaría General de Gobierno.

“Estuve hasta el 2005, cuando me jubilé, y ya luego atendí a mis clientes aquí en mi casa, puse mi peluquería, varios de ellos me siguieron todavía, como Rogelio Cortés Cruz, Cesáreo González González y hasta el general Alberto Violante Pérez. Viví muchas experiencias, pláticas con licenciados, doctores y hasta reporteros”, recuerda entre risas.

Ha obtenido reconocimientos, e incluso fue deportista; en su vivienda mostró algunos recuerdos de toda una vida dedicada al trabajo y familia.

Don Beto, como popularmente lo conocen en el barrio, confesó que formó una familia, sin embargo, su pareja con quien vivió toda clase de experiencias lamentablemente falleció.

FOTO: Especial

“Me quedé con mis hijos, pero ellos también ya hicieron su familia, vivo aquí con los recuerdos de mi esposa. La peluquería es parte de mi vida y todavía tengo fuerza para seguir trabajando”, nos platica sentado mientras espera otro cliente en una tarde lluviosa.

No obstante, con el paso de los años todo se fue modernizando y Don Beto sufrió los estragos; con la llegada de la pandemia también los clientes se alejaron.

“Antes había más clientes, hoy solo arreglo dos o tres, ya muy pocos se acercan; las enfermedades como esta (Covid 19) fue lo que más golpeó, y también la tecnología. Va a llegar el momento en que el cliente va a meter su cabeza en una máquina, como esas de las mujeres, como cuando se hacen sus chinos, y ya. Así ustedes van a salir con un peinado moderno; hoy ya hay muchos lugares, estéticas, barberías, todo se modernizó, ya a uno solo le queda esperar hasta que Dios quiera”.

Gómez González sujeta de manera firme con su mano derecha una máquina rasuradora y finaliza: “esto me dio de comer, para sacar a mi familia adelante, a mis hijos darles estudios, y hasta tengo un récord. Cuando estaba en la policía éramos tres peluqueros, yo les corte el cabello a 70 de ellos en diez horas, eran 170 en total; le dije a mis compañeros, tomen 50 cada uno y yo me echo a los demás, me preguntaron ¿a poco puedes?, y les dije: claro que sí cabrones”.

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