*Sol (Azteca) que se apaga.
*Morena, más de lo mismo.
*Elección tinta en sangre.
Por Julio A. AGUIRRE
Ni adulaciones, ni amenazas pueden influir en el que sabe lo que quiere. Henrik Ibsen.
Hubo un tiempo, confieso, que nos gustaba lo que era, quería y proponía el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Tiempos en que un servidor era un soñador, que deseaba la igualdad en los mexicanos. No soportaba (hasta la fecha) que algunos tuvieran mucho y muchos tuvieran poco. No sabía ni me importaba la derecha, la izquierda o el centro.
Lo poco que escuchaba y leía, los amarillos eran vistos como Chucho el Roto de la política. Pensaba que estos del Sol Azteca le quitarían al rico para repartirlo entre los pobres.
Fuimos creciendo y abriendo los ojos. Entendimos entonces que todos los partidos políticos son iguales; la búsqueda del poder es pensando en ellos, engañando, claro está, a la sociedad con esas peroratas que tan bien les sale.
Mi México lindo querido y jodido no ha cambiado. No cambió cuando se dio la alternancia y el Partido Acción Nacional asumió el poder durante 12 años consecutivos.
El pueblo no los aguantó más y con su voto le abrieron las puertas al poder, nuevamente al Partido Revolucionario Institucional.
Muchos pensaron que los tricolores habían aprendido la lección y no volvería a cometer los mismos abusos. Que la soberbia se calmaría y que la corrupción se acabaría. El pueblo les había dejado en claro que el PRI no es México y menos que México es de ellos.
Hoy muchísimos mexicanos, algunos parecen preparados y otros resignados, a la llegada de un “nuevo” partido político y del “mesías” que tanto hemos esperado.
Las dos cosas son un espejismo. Morena no puede llamarse nuevo partido. Morena es el Partido de la Revolución Democrática. El partido del sol amarillo cambió de colores y siglas partidistas.
Quien fuera su líder y dos veces candidato a la presidencia utilizó su estructura, manejó a sus dirigentes, se apoderó de todo y los mandó al diablo. Vivillo desde chiquillo, el tabasqueño formó su equipo y arrastró a sus fieles dejando en la calle de la amargura y prácticamente en el olvido al partido que siguen controlando los chuchos, Jesús Ortega y Jesús Zambrano; por cierto el último en salir que apague la luz.
Morena es lo que fue el PRD. Las mismas actitudes y las mismas promesas. El crecimiento del movimiento obradorista se dio cuando muchos de los enemigos de López Obrador fueron a tocar sus puertas y rendirse ante el nuevo ídolo.
Atrás quedaba la guerra sucia y los señalamientos de Obrador. PRI y Pan son los mismos. La Mafia del Poder. Todos ellos no tendrían cabida en el “nuevo” partido”. Los deshonesto y corrupto no eran “aromas” que permitiría el hombre cabal y honesto de Obrador.
El discurso lo hemos escuchado 18 años atrás. El bravo, firme y estricto hombre mandaría a la cárcel a quienes hicieron mal al país, quitaría la pensión a los expresidentes, no viviría en la residencia oficial de Los Pinos, aumentaría las pensiones para sus viejecitos; vendría el avión a Donald Trump, seguiría utilizando su mini auto; no utilizaría cuerpo de seguridad, esas y otras fábulas ahí siguen.
¿Sí son las mismas propuestas por qué 18 años atrás el pueblo votará por él y ahora si se pondrá la banda presidencial de verdad?
Innegable que López Obrador ha crecido, posiblemente la tercera sea la vencida y ahora sí gane la silla principal, sin embargo nadie, ni sus más allegados pueden asegurar que Obrador cumplirá con lo ofrecido.
¿La gallina o el huevo?, duda que nunca desaparecerá en la política. ¿Creció Obrador o se encogieron los enemigos?, ¿ganará el mejor o triunfará el menos peor?
La política sigue igual. Los políticos piensan y actúan de una misma forma. No hay partidos nuevos. En el servicio social las ambiciones son idénticas. Quien gane la elección el 1 de julio deberá darse un tiempo para la reflexión. México vive un proceso donde la violencia se impuso, y quien llegue a la silla presidencial lo hará en lancha porque la sangre corrió cómo nunca.
Con Obrador o con otro candidato al frente del país sólo nos resta expresar ¡Qué Dios nos agarre confesados!
La opinión…”En estos libros de texto, México prácticamente erradicó el analfabetismo pues mientras en 1950 el índice era de 42 por ciento, en 2017 la cifra se encontraba por debajo del 4.2 por ciento, dicho material tiene un papel fundamental en este avance, pues ninguna tecnología ha podido sustituir ni el, contenido ni el alcance del libro que es una puerta al mundo, un punto de vista novedoso y un guardián de los conocimientos de la sociedad”: Alfredo del Mazo Maza.
Tal vez lloré o tal vez reí/ tal vez gané o tal vez perdí/ ahora é que fui feliz y si lloré también ame, puedo seguir hasta el final…A mi manerA.
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