sábado, abril 20, 2024
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A mi manerA

*”Jarrito nuevo”.

*El “fenómeno” Obrador.

*Obrador, el presidente más vigilado.

Por Julio A. AGUIRRE

 

Casi todos los hombres pueden soportar la adversidad, pero si quieres probar el carácter de un hombre, dale poder. Abraham Lincoln.

No recibe aún la constancia de mayoría que le dé el título de Presidente Electo, y antes de las 12 de la noche del primero de julio, Andrés Manuel López Obrador se convertido en el hombre más importante y vigilado del país.

Todos están con él y hablan de él. Lo escuchan y lo siguen. Lo buscan y lo apoyan. Ya nadie quiere que se vaya allá lejos, donde tiene su finca.

Hoy Andrés Manuel se ha convertido en el personaje más representativo del país. Reconocido y admirado hasta en el extranjero.

Mientras el candidato electo se convirtió en “jarrito nuevo”, ¿dónde te pondré?, el presidente en funciones pasa a “jarrito viejo” ¿dónde te esconderé?

Pronto las dependencias de los tres gobiernos, municipal, estatal y federal habrán quitado el retrato del que se va y lucirán, en el mejor sitio de sus oficinas, el retrato del hombre más famoso y poderoso del país.

Podré ser “Peje” pero no “lagarto”, dijo en varias ocasiones. Es un peligro para México, dijo alguien. El mismo que después reculara asegurando que Andrés Manuel “dejó de ser un peligro para el país”.

Los que tanto lo atacaron durante 18 años –tres contiendas presidenciales-, hoy trabajan para él. Reciben órdenes de él.

De peje, a Andrés, de Andrés, a don Manuel.

No debemos ser desmemoriados. No los personajes con ideas firmes, principios, vergüenza y dignidad. Andrés Manuel, como el resto de quienes han tenido la oportunidad histórica –sin lograrlo- de cambiar al país, no sabe todo, no puede todo y no hará, por lo tanto, todo lo prometido.

TODO CAMBIÓ

El hombre es un auriga que conduce un carro tirado por dos briosos caballos; el placer y el deber. El arte del auriga consiste en templar la fogosidad del corcel negreo (placer) y acompasarlo con el blanco (deber) para correr sin perder el equilibrio. Platón.

Desde el pasado domingo 1 de julio vimos una transformación milagrosa y al mismo tiempo necesaria. Una obligación para todo mandatario del país mandar al baúl de los recuerdos las palabras agresivas.

Justos o injustos los comentarios de Obrador-candidato a favor y en contra, son el pan de cada proceso electoral en este México lindo y jodido donde años atrás gana el menos malo y no el más bueno.

Quien escribe nunca imaginó que la ola morenistas fuera de tal magnitud que arrasara en las urnas. La ola que se veía venir creció tanto que, efectivamente, terminó convirtiéndose en un tsunami.

Andrés Manuel tenía, entonces, muchos seguidores. Como tenían, los adversarios, a muchos ciudadanos hartos.

Hoy Andrés Manuel tiene muchos “amigos”, falsos personajes desmemoriados que le aplauden, lo invitan  y lo defienden. Buscan hueso obviamente.

Andrés Manuel López Obrador, para nosotros, será en su momento, Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México. Se le respetará así como se le desea la mejor de las suertes. En estos momentos no se trata de personajes ni cargos; tampoco de colores y siglas partidistas.

Es el beneficio de México lo que está en juego, y con el país no se juega.

Lo visto antes, durante y después del proceso electoral nos recuerda el cuento del “ceniciento”, hasta el “hado padrino” –el pueblo- le concedió su sueño.

No es un sueño que termine a las 12:00 horas. El sueño durará seis largos años.

Pronto veremos a Andrés Manuel López Obrador colocarse la banda presidencial, ésta si de verdad y no como una vez lo hizo auto llamándose presidente legítimo.

Para él y sus seguidores la victoria fue contundente. Completa. Bajo las siglas del partido con poco tiempo de fundado, Andrés Manuel ganó la presidencia de la República, ganó el Congreso de la Unión; se impuso en estados, alcaldías y congresos estatales.

¿Verdad que cuando Dios da, da a manos llenas?

No habrá quien le tosa al futuro presidente de México.

Existe, sin embargo, quien lo tiene muy vigilado, atento a lo que diga y haga, se llama pueblo. Palabra singular y sin embargo es plural.

La presidencia de la República llegó y la sociedad le dio de más. Todo el poder se ha concentrado en sus manos, su visión y su decisión.

A vuelta de esquina el momento clave para que Andrés Manuel López Obrador deje clara constancia que podrá ser peje (apodo que por respeto a su envergadura nadie utiliza ya), pero nunca lagarto.

Por cierto no está usted para saberlo ni yo para contarlo, pero no voté por Andrés Manuel López Obrador.

Tal vez lloré o tal vez reí/ tal vez gané o tal vez perdí/ ahora sé que fui feliz y si lloré también ame, puedo seguir hasta el final…A mi manerA.

Correo electrónico: aguirre@8columnas.com.mx

 

 

 

 

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