Saúl GÓMEZ BRITO
En realidad estos tiempos son para reestructurar la política y la economía desde posiciones que nos permitan avanzar hacia las metas de estabilidad y crecimiento ampliamente anheladas, salir hoy del círculo recorrido de déficit, deuda, inflación y devaluación es lo más recomendable.
Por supuesto Este es un ideal aun cuando está en boga la corrección de los excesos asistidos por el programa de austeridad o estabilización mediante el programa que estabilice la economía y recupere la confianza del sector privado, teoría nada despreciable cuando hay esperanzas por mejorar el porvenir.
A pesar de un menor ingreso y menos gasto por parte del gobierno, el mercado interno se ubica como uno de los más rentables en el mundo. A los ojos de los inversionistas está la confianza, nada mal para el entorno social en que vivimos; entonces, es necesario continuar creando las condiciones favorables de un Estado de Derecho fortalecido.
Estos tiempos son propios para armar programas económicos, enfrentar las turbulencias internacionales, tener sensibilidad para comprender la verdadera naturaleza de la crisis financiera y credibilidad dados en los últimos escapes y más aún sensibilidad de los conflictos que se ciernen sobre el futuro.
Todo juicio importa cuando los problemas sociales no son coyunturales, más bien son estructurales y lo que requiere es un proyecto integral donde el desarrollo económico no signifique el crecimiento del producto interno bruto, conocemos bien a qué conduce esto, tal costumbre se ha mantenido.
Como también no se necesita demostrar la fórmula conocida y entendida que el principio de estabilidad es necesario pero sin llevarlo a los extremos. Llegar a la estabilidad artificial que de hecho se transforma en un estancamiento económico y personal; sin duda, se debe aceptar este serio replanteamiento y hacer las debidas conclusiones.
Estamos con las propuestas por mantener políticas económicas que lejos de ser excluyentes, planteen soluciones adecuadas y justas que eviten una recesión, ofreciendo correcciones efectivas a los problemas estructurales, quitando la actitud fingida de preocuparse por los asuntos y destinos de las personas sin resolver.
La dura experiencia que le toca vivir al municipio tiene algunas salidas que se pueden practicar en estas políticas de estabilidad como es pensar en fortalecer el mercado municipal con las productos regionales, con la multiplicación de las agroindustrias y las inversión de industrias, tomando en serio las zonas productivas de cada región para la exportación.
También, orientando el financiamiento municipal a programas productivos para un auténtico bienestar social, revisar a fondo la política comercial y financiera aperturista reconsiderando seriamente el papel del Estado para que lejos de retraerse, continúe participando en los modernos procesos de internacionalización. Entre otras posibilidades está impulsar una política económica municipal que se convierta en una real mejoría en las condiciones de crecimiento del Estado de México y en la distribución equitativa del ingreso; sólo una sólida participación del Estado en la toma de decisiones de política económica, puede hacer frente a los acontecimientos de hoy en día.
