Designaciones y partidos
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El Partido Acción Nacional (PAN) tiene un claro aspirante a ser candidato a la gubernatura del Estado de México. Es el líder de facto del panismo estatal sin que esto signifique que sea el candidato de unidad de los miembros activos del partido. Su ventaja es el control de los órganos de decisión del Comité Directivo Estatal (CDE) del PAN. Tuvo la visión de colocar a sus allegados en los cargos de representación partidista, de gobierno y legislativos en sus órdenes estatal y federal. Su influencia política se consolidó durante el periodo de la presidencia del CDE que está por concluir. Antes que acudir a las oficinas de dirección del partido, los aspirantes a cualquier cosa iban a Huixquilucan. Algo parecido a una práctica ejercida en el maximato: aquí vive el presidente, pero el que manda vive enfrente.
Si los eventos internos del panismo siguen el cauce actual, la candidatura está definida. Sin embargo, existen variables que pueden modificar esa tendencia. Una de ellas, es el relevo en la dirigencia del CDE. El candidato más viable —a los que una mayoría de controladores del panismo se ha sumado— cuenta con una carrera política propia, que creció por sus vínculos con el poder estatal en los dos periodos de diputado local que desempeñó. Todo indica que su llegada a la dirigencia es inevitable y eso marca una diferencia.Llegado el momento, el nuevo dirigente ejercerá el poder que otorgan los estatutos del partido. Nada ni nadie puede modificar esa facultad, salvo que el titular lo permita, esté dispuesto a recibir órdenes o compartir el poder, situación poco probable.
La segunda coyuntura que puede modificar la ruta del aspirante único es la reelección en la dirigencia nacional. Al menos, en los dos procesos de selección anteriores, el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) tomó la decisión de manera unilateral. No valieron los lazos de amistad ni de cercanía de los que pretendían ser designados. La tercera condición es el escenario de la antesala del proceso federal a la presidencia de la República. Ricardo Anaya Cortés terminó por imponer la candidatura de Josefina Vázquez Mota para fortalecer sus aspiraciones presidenciales. A los dos les fue como en feria, pero eso no restó el maltrato ofrecido al panismo local. De hecho, algo que ha marcado a la dirigencia estatal es la percepción de ser el panismo más corrupto del país. Si el PAN va en alianza por la presidencia de la República y a cambio la condición de sus asociados es la candidatura del partido en el Estado de México así será. Sobre todo por el registro de resultados negativos de sus nominados anteriores. Pesa la idea que de ir solos no ganan la elección de gobernador.
En el supuesto de una alianza con el Partido Revolucionario Institucional (PRI) o con Movimiento Ciudadano (MC) el candidato no sería propuesto o definido por el PAN. Cualquiera de estos dos partidos, dados los resultados de las elecciones locales intermedias de junio pasado, pondría como condición el derecho a elegir al candidato para ir en coalición. El PAN es el partido menos favorecido en la coyuntura política de la sucesión estatal, debido a que el PRI recuperó fuerza y capacidad operativa en las elecciones recientes. Los priistas ganaron en la mesa al PAN local; cuidaron su bastión en el sur y norte del estado. Adicionalmente, recuperaron municipios de peso electoral en el norte del Valle de México. En el caso de MC logró una votación que puede definir una elección y eso encarece su participación. Buscará hacer valer su posición tanto con el PRI como con el PAN. Su rostro más visible ya fue candidato a gobernador por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y obtuvo un resultado sorprendente; fue útil al acuerdo que lo impulsó.
Si al final la candidatura panista se definiera por el líder que lo ha controlado en los últimos años, sus posibilidades reales se limitan a su voto duro en las zonas urbanas del Norte del Valle de México y, en su caso, a un hecho extraordinario como el ocurrido en las elecciones federales de 2000 con el candidato Vicente Fox. Su voto duro no es suficiente para pensar en una victoria en una plaza donde el PRI no conoce la derrota desde que se fundó en 1929. El partido tiene fuerte aceptación entre las clases medias, pero no ha crecido en el oriente, sur y norte del estado; sin embargo, tiene un nicho que puede favorecer su nivel de competitividad electoral en las redes sociales.
Ergo, su aspirante puntero se ha equivocado al centrar sus ataques a MORENA, al presidente de la República y a uno de los líderes de la izquierda morenista. Eso es sensacionalista, pero no suficiente para pensar en una opción de triunfo.