Por: Norberto Hernández
¿Será que la presencia de Jorge Ramos en las Conferencias Mañaneras es para despertar el interés del pueblo, del auditorio o de los simpatizantes de MORENA y sus opositores? No; por increíble que parezca los más interesados en las visitas del periodista mexicano radicado en los Estados Unidos (EU) son los comunicadores y medios nacionales. Sus preguntas al presidente de la República, se han convertido en material para la nota de los medios, porque asume una posición crítica hacia las acciones del gobierno de la 4T. Ningún otro periodista logra llamar la atención en el foro presidencial como lo hace Jorge Ramos. Agradece la oportunidad y pregunta directo, sin rodeos, en espera de una respuesta franca y abierta, sin temor al linchamiento de los simpatizantes del titular del Poder Ejecutivo. Es un comunicador que hace preguntas que antes solo podía hacer a políticos mexicanos en su programa en los EU; ahora ejerce ese derecho de frente y en tiempo real, en la sede del Palacio Nacional. ¿Será porque no formó parte de las nóminas sexenales de los gobiernos anteriores al 2018? Viene, pregunta, incomoda y obtiene respuestas que no aclaran sus dudas, o lo hacen parcialmente; pero enfrenta, vuelve, abre el debate con el presidente que lo atiende con particular interés.
Todos los demás guardan silencio, desde que lo ven sentado en el auditorio hasta que toma el micrófono, se alistan para escuchar lo que va a preguntar; miran el presidente, escuchan las respuestas y disparan sus notas sobre el debate de la llamada comunicación circular. Los asistentes cercanos al presidente, incluso, los que están sentados a su izquierda, no pierden detalle; saben que las preguntas y contrarréplica serán diferentes al periodismo cotidiano que se ejerce en el país. El intercambio entre las dos personalidades trasciende el espacio nacional. Veloces, los comunicadores locales toman lo expresado para replicarlo, según sea la trinchera y el encono al presidente.
El presentador mexicano, de la cadena UNIVISIÓN, cumple con su función de informar y, en varias ocasiones, ha puesto contra la pared a sus entrevistados como a los ex presidentes Carlos Salinas y Enrique Peña Nieto. Han sido momentos únicos del periodismo que, pasado el tiempo, siguen siendo consultados en internet. Sobre todo, porque la prensa local nunca se atrevió a tanto durante los años del presidencialismo. Desobedecer el dicho López-Portillista “no te pago para que me pegues”, o salirse de las reglas dictadas por el oficialismo era imperdonable. Cuando rompieron ese molde, para varios políticos mexicanos, acudir a una entrevista con Jorge Ramos se convirtió en sus diez minutos de fama, o de desgracia. Su noticiero se trasmite en todos los Estados Unidos y en más de una docena de países latinoamericanos.
Sin los cuidados de la prensa nacional, como los ofrecidos por periodistas como Carlos Denegri y su heredero, Jacobo Zabludovsky, los presidentes mexicanos acudían a un foro con millones de televidentes que los veían titubear, mentir, enojarse. Esto sucedía porque no eran entrevistas a modo, ni encuentros condicionados por el uso de dinero público. Jorge Ramos, como muchos mexicanos, es uno de los migrantes que el presidente llama héroes, salió de México en busca de una oportunidad y lo logró; es uno de los latinos más influyentes en el país que ahora trabaja y vive. Encarar al presidente, Andrés Manuel López Obrador, no es una pose, tampoco es un enviado para incomodarlo; en su momento, enfrentó al presidente norteamericano Donald Trump en defensa de los migrantes y la comunidad latina.
Por cierto, es recomendable leer el libro de Enrique Serna, “El Vendedor de Silencio”, para conocer el manual del periodismo ejercido durante el siglo XX y que se resiste a morir en lo que va del siglo XXI. Nada más para hacer atractiva la lectura del texto, a Carlos Denegri, colaborador del periódico Excélsior, Don Julio Scherer lo llamó “el mejor y el más vil de los reporteros”. Es el personaje al que rinden culto los periodistas defensores del “chayote”. Corrupto, difamador, manipulador no dudó en destruir a quien quiso con notas periodísticas pagadas o porque no querían pagar.
Cualquier parecido con algunos columnistas, presentadores o conductores de televisión y canales de internet no es mera casualidad. Fueron y son voceros y plumas del viejo régimen al que no quieren dejar en el pasado. Dicen que AMLO es un dictador, que muestra su rostro autoritario al tener una sección para desmentir noticias falsas difundidas en la prensa nacional, pero no aceptan que, por menos de una insinuación en contra del presidente apenas hace tres años, quedarían fuera de cualquier medio o canal de televisión.
Bien por Jorge Ramos. Aunque el más favorecido del debate es el presidente de México. Las preguntas y respuestas entre los dos son un buen referente para la libertad de expresión.