TRANSFORMAR LOS SISTEMAS ALIMENTARIOS PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE
Un sistema alimentario es la suma de los diversos elementos, actividades y actores que, mediante sus interrelaciones, hacen posible la producción, transformación, distribución y consumo de alimentos.
Diferentes presiones como el rápido crecimiento demográfico, la urbanización, el aumento de la riqueza y los consiguientes cambios en los hábitos de consumo están poniendo a prueba la capacidad de nuestros sistemas alimentarios para proporcionar alimentos nutritivos y ayudar a ofrecer mejores oportunidades de subsistencia de forma medioambientalmente sostenible.
Cabe señalar que nuestros sistemas alimentarios contribuyen a los fenómenos meteorológicos extremos y se están viendo afectados por ellos, asociados con el cambio climático, a la degradación de la tierra y la pérdida de la biodiversidad. Para hacer frente a estos desafíos es necesario un enfoque sistémico que aborde su alcance y dificultades de una manera integral y sostenible.
Si bien un sistema alimentario sostenible es aquel que garantiza la seguridad alimentaria y la nutrición de todas las personas de tal forma que no se pongan en riesgo las bases económicas, sociales y ambientales de éstas para las futuras generaciones. Esto significa que siempre es rentable, garantizando la sostenibilidad económica; que ofrece amplios beneficios para la sociedad, asegurando la sostenibilidad social; y que tiene un efecto positivo o neutro en los recursos naturales, salvaguardando la sostenibilidad del medio ambiente.
Los cambios en los sistemas alimentarios están generando nuevas preocupaciones y desafíos en cuanto a la nutrición, la huella ecológica de las cadenas de valor alimentarias, y la respectiva participación de los pequeños productores.
En un momento de rápida urbanización, las ciudades se están convirtiendo en agentes de cambio cada vez más importantes, incluso en lo que refiere a las políticas y medidas destinadas a proporcionar acceso a una alimentación saludable para todos. De ahí la necesidad contar con políticas públicas que promuevan dietas y hábitos saludables para abordar las opciones alimentarias de la población, en un entorno en donde los sistemas alimentarios articulen de mejor forma a los actores y procesos para hacer frente a la epidemia del sobrepeso y la obesidad.
Colocar la seguridad alimentaria y la nutrición en una posición de prioridad central para evaluar la sostenibilidad de los sistemas alimentarios contribuirá a romper el círculo vicioso que crean la malnutrición y las enfermedades para todas las generaciones, y ayudará a los responsables de las políticas a convertir los datos en acción. El logro de la seguridad alimentaria y la nutrición no debería considerarse nunca una compensación variable.
Varios países ya han puesto en marcha la adopción de políticas fiscales y regulatorias, incluyendo la imposición de impuestos a alimentos y bebidas no saludables, el etiquetado en la parte frontal del envase y la restricción de la comercialización de alimentos no saludables para niños y adolescentes, entre otras. Estas medidas pueden servir como referencia para otros, pero se debe trabajar aún más. Finalmente, el sobrepeso y la obesidad son un problema público y no individual; los gobiernos deben implementar políticas y programas destinados a proporcionar alimentos saludables y asequibles para todos. Las familias y los individuos ya no pueden ser los únicos responsables de lo que comen y cómo comen.