viernes, abril 19, 2024

Trípode

Eduardo H. LIMÓN CERVANTES

 

  •  Ahora resulta que es culpa de Peña

Sorprendido me encuentro por la fuga de «El Chapo Guzmán» del Altiplano, una prisión de máxima seguridad. Me da coraje porque un servidor vio morir a su hermano por causa de las drogas. Y sinceramente no aplaudo que el poderoso y afamado narcotraficante se haya escapado y mucho menos que en las redes sociales lo traten como un héroe.

    El narcotráfico es un mundo ilegal, no paga impuestos, los trabajadores no tienen prestaciones sociales, no se rige bajo las leyes y si el negocio tiene problemas no acude a tribunales: más bien acuden a la extorsión, al chantaje, a la violencia, al tráfico de armas y de personas y al asesinato cruel y despiadado.

    Recordemos lo que dijo Caro Quintero: déjenme y yo pago la deuda externa; sin embargo, no olvidemos, el negocio es totalmente ilegal y no debemos permitir que estos fantoches de narcocorrido destruyan nuestro país que mucho ha costado sacar adelante.

    Hoy, los mexicanos les decimos a los tres Poderes de la Unión, al gobierno federal, a los gobiernos estatales y municipales, lo que han hecho y dejado de hacer para llegar a tocar fondo en esta crisis de seguridad, es imperdonable. El deterioro del país no es culpa de una sola persona, es resultado de años de mentir, de ocultar, de tapar, de solapar. Pero la culpa es de todos y cada uno de los mexicanos.

     No se nos cansa la lengua de decir estupideces y despotricar contra Enrique Peña Nieto cuando la corrupción, como lo he dicho en otras entregas, viene desde el hogar. Si todos estamos de acuerdo al decir que la corrupción es un mal que nos afecta a todos y que debemos acabar con él, entonces ¿por qué no hacemos algo para acabarla? ¿Exigir, protestar, denunciar, reclamar es la única forma de luchar contra la corrupción? ¿Si la simple denuncia no funciona, quiere decir que no podemos acabar con los corruptos y que debemos ser igual a ellos?

    Nosotros justificamos la corrupción que uno realiza con frases como: «la corrupción es un mal necesario»,  «no importa si compro piratería, total, no soy como los políticos que roban grandes cantidades del erario público». O aquella tan recurrida que dice: «no es una mordida, es una gratificación». Es tanto como lanzar insultos e improperios contra los políticos, tildándolos de ladrones y corruptos.

    Nosotros somos de los que pagamos «mordidas» a los policías, sobornamos al de la ventanilla para «agilizar trámites», copiamos en los exámenes, compramos calificaciones, no respetamos las reglas de tránsito, a la primera oportunidad que tenemos nos brincamos la fila en el banco, invadimos el espacio para discapacitados, nos quedamos callados si vemos que a alguien se le cae la billetera, etc.

    Es justo exigir derechos, condenar las ilegalidades y reclamar honestidad y transparencia, pero también es importante cumplir con las obligaciones, actuar con responsabilidad y sobre todo ser un verdadero y diario ejemplo de ciudadano limpio.

    Y como decía mi compadre Chón: «Recuerde a Jesús compadre, «El que esté libre de pecado que tire la primera piedra».

E-mail: limón@8columnas.com.mx
Twitter: @edulimon76

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